poemas de la amiga clara vasco

Anémonas


Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
J.L. Borges



guardo un secreto muy terrible
de esos que se llevan toda la vida
unidos al esqueleto
he cometido una falta grave:
no he sabido amar.
sólo las anémonas me comprenden
(ellas tienen simetría radial)
si las tocan en su centro
liberan dardos venenosos
en respuesta al contacto

mi secreto está a salvo en el suelo marino
agua helada y azul
redonda y radial

ahora lo veo
(antes estaba llena de excusas)
veo el agua helada y sus dedos azules
veo cómo todo se apaga y se enciende
allí en el fondo

llevo en el pecho
atado al corazón
un collar de anémonas de fuego
para el viaje




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Viaje de sol en Chepén




en Chepén hay un cerro que cobija la noche

la efervescencia del sol

hay una plaza con garzas amarillas

respiro su agua suspendida



la casa está protegida con cerrojos

que amarran los años

como corderos de cabeza colgante

y chillan



la casa está latiendo despacio

la señora

está sentada es una fruta en el centro de su vida



entramos en una fortaleza

en una jaula de sol



en el misterio de las habitaciones aún abiertas

somos huéspedes

compartimos la mesa con la niña que hace los deberes

es aliento perfumado de aletas de pez firme

de pez rosado



en la mesa hay café

libros

estamos nosotros haciendo el tiempo

nos tejemos con saliva un chal chino con sombrero cantonés

nos escuchamos hablar de algo que parece la vida

espejos



ven Gabi

dale un beso a la abuelita

bésale todo el tiempo que le falta para nacer

otra vez bella y valiente



estamos como rehenes olvidados

contamos la espera con palabras

como la palabra “piano”

“cardo” “estela”



piso de baldosas

esa silla donde te sentás y dormido te dejo mi libro con la dedicatoria

en esa silla

en la casa de julia en chepén

sabías que somos tu rebaño

somos ovejas en tus manos

tu rostro brilla bajo el sol en esta tu ciudad

donde nos llevás a jugar en la infancia

nos trajiste para preguntarnos tantas cosas

que no pudimos responder

pero hubo un manto de carne maíz y sol

que te ofrecimos a cambio





de Clara Vasco, poeta argentina