"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.
sábado, 7 de enero de 2012
del libro inédito "cosmorama" de alejandro mendez
Don de lenguas
En la moto, y lejos de su Praga natal,
Mateo sabe que la fuerza proviene de la velocidad.
Ser uno con la máquina, en línea recta, aún en las curvas.
Un artefacto aerodinámico, el cuerpo al servicio del viento.
Sólo un error en el cálculo, la aceleración inadecuada
en un estallido accidental produce la colisión.
Después del choque se levanta y comienza a hablar
en un perfecto inglés, idioma que jamás había estudiado.
Recibe el don de lenguas, símil Pentecostés, para bromear
con los enfermeros en el huidizo slang de Whitechapel.
¿De dónde viene esa fluidez?
¿Y eso que repite? ¿Habrá sido punk en su vida pasada?
I wanna be sedated, Regina Constrictor.
I wanna be Anna Livia Regina Plurabelle.
El servicio de salud británico, tan literal,
le aplica una dosis superlativa de valium.
Ataraxia del motociclista que cede
al narcótico sin dejar de balbucear
I wanna be Anna Livia
Entra a la habitación del hospital
no ya con palabras,
sino con letras que caen de su boca.
Campo de sombras
Si fuera un cuadro,
soportaría el lienzo una caligrafía lejana,
pero no es más que una hilera de árboles.
La textura de la corteza
interfiere el diálogo de la luz matinal.
Un punto suspensivo
sobre las formas caprichosas de las hojas.
Todo cede plácidamente
ante los rayos que horadan la fragante planicie,
y sueldan la resistencia vegetal detenida en el páramo.
Es un punto fijo
que da sentido al movimiento de los pájaros.
Alambres tensados, tranqueras,
líneas discontinuas en el albor cromático de la pradera;
sobreimprimen lo real en el silencio de la ruta.
Atrás, el monasterio trapense
de Nuestra Señora de los Ángeles
o grado cero de la pampa mística,
dejó in albis su campo de sombras.
El camión que viene de frente,
el faro que resplandece en cada curva
en la exacta conjunción del rayo
y el auto que va a su encuentro.
Como una flecha,
un movimiento imposible, una falla del tiempo.
El vidrio teje una trama de astillas,
un mapa desbocado
en el lugar de lo que llega por accidente.
Las huellas del desvío sucumben al viento
para develar un nuevo punto fijo.
El auto al costado de la ruta,
rodeado por un coro de hojas lanceoladas,
asume su modesta catástrofe.
La plaza
La escalinata de la plaza
congrega simetrías,
cada paso despliega
velocidades, su diáspora.
Es la estrella que se abre
en la parsimonia de la abuela
y su perro de aguas,
o
en la rapidez del
muchacho del delivery,
ambos librados
a las coordenadas de la ligustrina,
en el camino del mástil y
la placa recordatoria:
«Cementerio de disidentes:
1833-1892».
El pentagrama anfibio
Anotaciones como peces
detenidos en el flujo de la invención;
su fórmula escrita ladrillo por ladrillo,
incluido el número por donde pasar.
En el papel está dispuesta
la escalera abierta en espiral,
enlazando la figura de un diablo.
El fuego y el azufre.
Receta para dromedarios lacónicos:
«tokonoma de la flor que aviva el vacío,
sobre esta piedra construirás tu iglesia».
La función oblicua
Un día de verano de 1968,
frente a una cámara de televisión,
el arquitecto explica el punto de vista
opuesto a la verticalidad,
y a los rascacielos.
«En el plano inclinado
no hay otra cosa más que suelo.
La estructura está en todas partes.
La función oblicua es una revolución coreográfica»,
dice pausadamente.
En medio del reportaje se desvía del tema,
para evocar al pintor, yudoca y rosacruz
que grabó las huellas de la lluvia
en un lienzo especialmente preparado,
atado al techo del auto, a 110 km/h.
El mismo que depositó la fórmula,
en el Instituto de la Propiedad Industrial,
para patentar un color con su propio nombre:
azul Klein.
El que dejó en el Monasterio
de Santa Rita de Cascia,
patrona de los imposibles,
una curiosa caja de plexiglás
pintada de rosa, azul y dorado,
acompañada de una inscripción:
«Te ruego que intercedas por mí,
ante Dios padre todopoderoso
para que me conceda la gracia
de habitar en mis obras.
Que todo lo que provenga de mí
sea bello».
También propuso que las paredes
sean sustituidas por corrientes de aire,
y que se compren espacios vacíos
a cambio de algunas monedas de oro.
Pálido fuego
La mariposa detenida en la roca
simula la naturaleza mineral
y es un detalle mínimo
pero brillante.
Es un haz de luz,
que tiene idénticas probabilidades
de estar en un momento dado
en dos puntos del espacio;
como los previsibles versos
del hijo del ornitólogo
asesinado en la última línea.
Su sombra, John Shade.
En lo múltiple, en las notas
—más frondosas que el poema póstumo—
Un árbol ramificado
que avanza y retrocede.
La digresión lateral y anfibia
es la posible locura de Kinbote,
rey o pobre refugiado,
el bienamado comentarista.
Del otro lado
existe una Zembla paranoica
con agentes secretos
y déficit fiscal cero.
de Cosmorama, inédito
de Alejandro Mendez, poeta y abogado, argentino
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