"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.
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jueves, 12 de julio de 2012

un artículo de carl marx, posteado por danilo de luca


                                   (mapa de Indostán, 1814)


La dominación británica en la India[1],

(1852)




Escrito: Por Marx el 10 de junio de 1853.
Primera edición: Publicado en el The New York Daily Tribune, núm. 3804, del 25 de junio de 1853.
Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974; t. I.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2000.





....El Indostán es una Italia de proporciones asiáticas, con el Himalaya por los Aldes, las llanuras de Bengala por las llanuras de Lombardía, la cordillera del Decán por los Apeninos y la isla de Ceilán por la de Sicilia. La misma riqueza y diversidad de productos del suelo e igual desmembración en su estructura política. Y así como Italia fue condensada de cuando en cuando por la espada del conquistador en diversas masas nacionales, vemos también que el Indostán, cuando no se encuentra oprimido por los mahometanos, los mogoles[2] o los británicos, se divide en tantos Estados independientes y antagónicos como ciudades o incluso pueblos cuenta. Sin embargo, desde el punto de vista social, el Indostán no es la Italia, sino la Irlanda del Oriente. Y esta extraña combinación de Italia e Irlanda, del mundo de la voluptuosidad y del mundo del dolor, se anticipaba ya en las antiguas tradiciones de la religion del Indostán. Esta es a la vez una religión de una exuberancia sensualista y de un ascetismo mortificador de la carne, una religión de Lingam[3] y de Yaggernat, la religión del monje y de la bayadera[4].
No comparto la opinión de los que creen en la existencia de una edad de oro en el Indostán, aunque para confirmar mi punto de vista no me remitiré, como lo hace sir Charles Wood, al período de la dominación de Kuli khan. Pero, tomemos, por ejemplo, los tiempos de Aurengzeib; o la época en que aparecieron los mogoles en el Norte y los portugueses en el Sur; o el período de la invasión musulmana y de la Heptarquía[5] en el Sur de la India; o, si ustedes quieren retornar a una antigüedad más remota, tomemos la cronología mitológica de los brahmines[6], que remonta el origen de las calamidades de la India a una época mucho más antigua que el origen cristiano del mundo.
No cabe duda, sin embargo, de que la miseria ocasionada en el Indostán por la dominación británica ha sido de naturaleza muy distinta e infinitamente más intensa que todas las calamidades experimentadas hasta entonces por el país. No aludo aquí al despotismo europeo cultivado sobre el terreno del despotismo asiático por la Compañía inglesa de las Indias Orientales[7]; combinación mucho más monstruosa que cualquiera de esos monstruos sagrados que nos infunden pavor en un templo de Salseta[8]. Este no es un rasgo distintivo del dominio colonial inglés, sino simplemente una imitación del sistema holandés, hasta el punto de que para caracterizar la labor de la Compañía inglesa de las Indias Orientales basta repetir literalmente lo dicho por sir Stamford Raffles, gobernador inglés de Java, acerca de la antigua Compañía holandesa de las Indias Orientales:
"La Compañía holandesa, movida exclusivamente por un espíritu de lucro y menos considerada con sus súbditos que un plantador de las Indias Occidentales con la turba de esclavos que trabajaba en sus posesiones —pues éste había pagado su dinero por los hombres adquiridos en propiedad, mientras que aquélla no había pagado nada—, empleó todo el aparato de despotismo existente para exprimirle a la población hata el último céntimo en contribuciones y obligarla a trabajar hasta su completo agotamiento. Y así, agravó el mal ocasionado al país por un gobierno caprichoso y semibárbaro, utilizándolo con todo el ingenio práctico de los políticos y todo el egoísmo monopolizador de los mercaderes".
Guerras civiles, invasiones, revoluciones, conquistas, años de hambre: por extraordinariamente complejas, rápidas y destructoras que pudieran parecer todas estas calamidades sucesivas, su efecto sobre el Indostán no pasó de ser superficial. Inglaterra, en cambio, destrozó todo el entramado de la sociedad hindú, sin haber manifestado hasta ahora el menor intento de reconstitución. Esta pérdida de su viejo mundo, sin conquistar otro nuevo, imprime un sello de particular abatimiento a la miseria del hindú y desvincula al Indostán gobernado por la Gran Bretaña de todas sus viejas tradiciones y de toda su historia pasada.
Desde tiempos inmemoriales, en Asia no existían, por regla general, más que tres ramos de la hacienda pública: el de las finanzas, o del pillaje interior; el de la guerra, o pillaje exterior, y, por último, el de obras públicas. El clima y las condiciones del suelo, particularmente en los vastos espacios desérticos que se extienden desde el Sahara, a través de Arabia, Persia, la India y Tartaria, hasta las regiones más elevadas de la meseta asiática, convirtieron el sistema de irrigación artificial por medio de canales y otras obras de riego en la base de la agricultura oriental. Al igual que en Egipto y en la India, las inundaciones son utilizadas para fertilizar el suelo en Mesopotamia, Persia y otros lugares: el alto nivel de las aguas sirve para llenar los canales de riego. Esta necesidad elemental de un uso económico y común del agua, que en Occidente hizo que los empresarios privados se agrupasen en asociaciones voluntarias, como ocurrió en Flandes y en Italia, impuso en Oriente, donde el nivel de la civilización era demasiado bajo, y los territorios demasiado vastos para impedir que surgiesen asociaciones voluntarias, la intervención del Poder centralizador del Gobierno. De aquí que todos los gobiernos asiáticos tuviesen que desempeñar esa función económica: la organización de las obras públicas. Esta fertilización artificial del suelo, función de un gobierno central, y en decadencia inmediata cada vez que éste descuida las obras de riego y avenamiento, explica el hecho, de otro modo inexplicable, de que encontremos ahora territorios enteros estériles y desérticos que antes habían sido excelentemente cultivados, como Palmira, Petra, las ruinas que se encuentran en el Yemen y grandes provincias de Egipto, Persia y el Indostán. Así se explica también el que una sola guerra devastadora fuese capaz de despoblar un país durante siglos enteros y destruir toda su civilización.
Pues bien, los británicos de las Indias Orientales tomaron de sus predecesores el ramo de las finanzas y el de la guerra, pero descuidaron por completo el de las obras públicas. De aquí la decadencia de una agricultura que era incapaz de seguir el principio inglés de la libre concurrencia, el principio del laissez faire, laissez aller[*]. Sin embargo, estamos acostumbrados a ver que en los imperios asiáticos la agricultura decae bajo un gobierno y resurge bajo otro. Aquí la cosecha depende tanto de un gobierno bueno o malo como en Europa del buen o mal tiempo. Por eso, por graves que hayan sido las consecuencias de la opresión y del abandono de la agricultura, no podemos considerar que éste haya sido el golpe de gracia asestado por el invasor británico a la sociedad hindú, si todo ello no hubiera sido acompañado de una circunstancia mucho más importante, que constituye una novedad en los anales de todo el mundo asiático. Por importantes que hubiesen sido los cambios políticos experimentados en el pasado por la India, sus condiciones sociales permanecieron intactas desde los tiempos más remotos hasta el primer decenio del siglo XIX. El telar de mano y el torno de hilar, origen de un ejército incontable de tejedores e hiladores, eran los pivotes centrales de la estructura social de la India. Desde tiempos inmemoriales, Europa había recibido las magníficas telas elaboradas por los hindúes, enviando a cambio sus metales preciosos, con lo que proporcionaba la materia prima necesaria para los orífices, miembros indispensables de la sociedad hindú, cuya afición por los aderezos es tan grande que hasta los individuos de clases más bajas, que andan casi desnudos, suelen tener un par de pendientes de oro o algún adorno de oro alrededor del cuello. Era casi general la costumbre de llevar anillos en los dedos de las manos y de los pies. Las mujeres y los niños se adornaban frecuentemente los tobillos y los brazos con aros macizos de oro o de plata, y las estatuillas de oro o plata, representando a las divinidades, eran un atributo del hogar. El invasor británico acabó con el telar de mano indio y destrozó el torno de hilar. Inglaterra comenzó por desalojar de los mercados europeos a los tejidos de algodón de la India; después llevó el hilo torzal a la India y terminó por invadir la patria del algodón con tejidos de algodón. Entre 1818 y 1836, la exportación de hilo torzal de Inglaterra a la India aumentó en proporción de 1 a 5.200. En 1824, la India apenas importó 1.000.000 de yardas de muselina inglesa, mientras que en 1837 la importación subió ya a más de 64.000.000 de yardas. Pero durante ese mismo período la población de Dacca se redujo de 150.000 habitantes a 20.000. Esta decadencia de ciudades de la India, que habían sido célebres por sus tejidos, no puede ser considerada, ni mucho menos, como la peor consecuencia de la dominación inglesa. El vapor británico y la ciencia británica destruyeron en todo el Indostán la unión entre la agricultura y la industria artesana.
Estas dos circunstancias -de una parte, el que los hindúes, al igual que todos los pueblos orientales, dejasen en manos del Gobierno central el cuidado de las grandes obras públicas, condición básica de su agricultura y de su comercio, y de otra, el que los hindúes, diseminados por todo el territorio del país, se concentrasen a la vez en pequeños centros en virtud de la unión patriarcal entre la agricultura y la artesanía- originaron desde tiempos muy remotos un sistema social de características muy particulares: el llamado villaje system (sistema de comunidades rurales). Este sistema era el que daba a cada una de estas pequeñas agrupaciones su organización autónoma y su vida distinta. Podemos juzgar de las características de este sistema por la siguiente descripción que figura en un antiguo informe oficial sobre los asuntos de la India, presentado en la Cámara de los Comunes:
"Considerado geográficamente, un poblado es un espacio de unos cientos o miles de acres de tierras cultivadas e incultas; desde el punto de vista político parece una corporación o un municipio. Por lo común suele tener los siguientes funcionarios y servidores: un potail o jefe, que es, generalmente, el encargado de dirigir los asuntos del poblado, resuelve las disputas que surgen entre sus habitantes, posee poder policíaco y desempeña dentro del poblado las funciones de recaudador de contribuciones, para lo cual es la persona más indicada, por su influencia personal y su perfecto conocimiento de la situación y los asuntos de la gente. El kurnum lleva las cuentas de las labores agrícolas y registra todo lo relacionado con ellas. Siguen el tallier y el totie: las obligaciones del primero consisten en recoger informes sobre los delitos o las infracciones que se cometan, y acompañar y proteger a las personas que se trasladen de un poblado a otro; las obligaciones que segundo parecen circunscribirse más a los límites del poblado y consisten, entre otras, en guardar las cosechas y ayudar a medirlas. El guardafrontera cuida los lindes del poblado y testifica acerca de ellos en caso de disputa. El vigilante de los depósitos de agua y de los canales es el encargado de distribuir el agua para las necesidades de la agricultura. El brahmín que vela por el culto. El maestro de escuela, a quien se puede ver enseñando a los niños del poblado a leer y a escribir sobre la arena. El brahmín encargado del calendario, o astrólogo, y otros. Todos estos funcionarios y servidores constituyen la administración del poblado, que en ciertos lugares del país es más reducida, pues algunos de los deberes y funciones que se han descrito se refunden y desempeñan por una misma persona; en otros lugares su número es mayor. Los habitantes del campo han vivido bajo esta forma primitiva de gobierno municipal desde tiempos inmemoriales. Los límites de los poblados cambiaban muy raramente, y aunque en ocasiones los poblados sufrían grandes daños e incluso eran desvastados por la guerra, el hambre o las enfermedades, el mismo nombre, los mismos límites, los mismos intereses y hasta las mismas familias perduraban durante siglos enteros. A los habitantes de esos poblados no les preocupaba en absoluto la desaparición o las divisiones de los reinos; mientras su poblado siguiese intacto, les tenía sin cuidado la potencia a cuyas manos habían pasado o el soberano a que habían sido sometidos, pues su economía interior permanecía inmutable. El potail seguía siendo el jefe y seguía actuando como juez o magistrado y recaudador de contribuciones".
Estas pequeñas formas estereotipadas de organismo social han sido destruidas en su mayor parte y están desapareciendo, no tanto por culpa de la brutal intromisión del recaudador británico de contribuciones o del soldado británico, como por la acción del vapor inglés y de la libertad de comercio inglesa. Estas comunidades de tipo familiar tenían por base la industria doméstica, esa combinación peculiar de tejido a mano, hilado a mano y laboreo a mano, que les permitía bastarse a sí mismas. La intromisión inglesa, que colocó al hilador en Lancashire y al tejedor en Bengala, o que barrió tanto al hilador hindú como al tejedor hindú, disolvió esas pequeñas comunidades semibárbaras y semicivilizadas, al hacer saltar su base económica, produciendo así la más grande, y, para decir la verdad, la única revolución social que jamás se ha visto en Asia.
Sin embargo, por muy lamentable que sea desde un punto de vista humano ver cómo se desorganizan y descomponen en sus unidades integrantes esas decenas de miles de organizaciones sociales laboriosas, patriarcales e inofensivas; por triste que sea verlas sumidas en un mar de dolor, contemplar cómo cada uno de sus miembros va perdiendo a la vez sus viejas formas de civilización y sus medios hereditarios de subsistencia, no debemos olvidar al mismo tiempo que esas idílicas comunidades rurales, por inofensivas que pareciesen, constituyeron siempre una sólida base para el despotismo oriental; que restringieron el intelecto humano a los límites más estrechos, convirtiéndolo en un instrumento sumiso de la superstición, sometiéndolo a la esclavitud de reglas tradicionales y privándolo de toda grandeza y de toda iniciativa histórica. No debemos olvidar el bárbaro egoísmo que, concentrado en un mísero pedazo de tierra, contemplaba tranquilamente la ruina de imperios enteros, la perpetración de crueldades indecibles, el aniquilamiento de la población de grandes ciudades, sin prestar a todo esto más atención que a los fenómenos de la naturaleza, y convirtiéndose a su vez en presa fácil para cualquier agresor que se dignase fijar en él su atención. No debemos olvidar que esa vida sin dignidad, estática y vegetativa, que esa forma pasiva de existencia despertaba, de otra parte y por oposición, unas fuerzas destructivas salvajes, ciegas y desenfrenadas que convirtieron incluso el asesinato en un rito religioso en el Indostán. No debemos olvidar que esas pequeñas comunidades estaban contaminadas por las diferencias de casta y por la esclavitud, que sometían al hombre a las circunstancias exteriores en lugar de hacerle soberano de dichas circunstancias, que convirtieron su estado social que se desarrollaba por sí solo en un destino natural e inmutable, creando así un culto embrutecedor a la naturaleza, cuya degradación salta a la vista en el hecho de que el hombre, el soberano de la naturaleza, cayese de rodillas, adorando al mono Hanumán y a la vaca Sabbala.
Bien es verdad que al realizar una revolución social en el Indostán, Inglaterra actuaba bajo el impulso de los intereses más mezquinos, dando pruebas de verdadera estupidez en la forma de imponer esos intereses. Pero no se trata de eso. De lo que se trata es de saber si la humanidad puede cumplir su misión sin una revolución a fondo en el estado social de Asia. Si no puede, entonces, y a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución. En tal caso, por penoso que sea para nuestros sentimientos personales el espectáculo de un viejo mundo que se derrumba, desde el punto de vista de la historia tenemos pleno derecho a exclamar con Goethe:
"Sollte diese Qual uns quälen
Da sie unsre Lust vermehrt,
Hat nicht Myriaden Seelen
Timur's Herrschaft aufgezehrt? " [**]


















NOTAS


[*] Dejad hacer, dejad pasar: fórmula de los economistas burgueses librecambistas que defendían la libertad de comercio y la no ingerencia del Estado en el dominio de las relaciones económicas. (N. de la Edit.)
[**]
¿Quién lamenta los estragos
Si los frutos son placeres?
¿No aplastó miles de seres
Tamerlán en su reinado?

(De la poesía de Goethe "A Suleika" del Diván occidental-oriental) (N. de la Edit.) [1] Los artículos de Marx "La dominación británica en la India" y "Futuros resultados de la dominación británica en la India" son de los mejores que salieron de su pluma sobre el problema nacional y colonial.
[2] Mogoles: conquistadores de origen túrquico procedentes de la parte oriental de Asia Central que invadieron la India a comienzos del siglo XVI y fundaron en 1526, en el Norte de este país, el Imperio de los Grandes Mogoles (así se denominaba la dinastía gobernante de este imperio) que, debido a las continuas luchas intestinas y al reforzamiento de las tendencias separatistas feudales se disgregó prácticamente en la primera mitad del siglo XVIII.
[3] Religión de Lingam: culto a la deidad de Siva extendido particularmente entre la secta india meridional de los lingayates (de linga, símbolo de Siva) que no reconoce las diferencias de casta y rechaza los ayunos, los sacrificios y las peregrinaciones.
[4] Yaggernat (Yaganat): una de las encarnaciones del dios hindú Vichnú. Los sacerdotes del templo de Yaggernat obtenían cuantiosos ingresos de las peregrinaciones en masa (estimulando además la prostitución de las bayaderas, residentes en el templo). El culto de Yaggernat se distinguía por la extraordinaria suntuosidad de los ritos y por el extremado fanatismo religioso, que se manifestaba en las flagelaciones y suicidios de los creyentes. Durante las grandes fiestas, algunos de ellos se lanzaban bajo las ruedas de la carroza en que se llevaba la imagen de Vichnú-Yaggernat.
[5] Heptarquía (siete gobiernos): término adoptado en la historiografía inglesa para designar el régimen político de Inglaterra en los albores de la Edad Media, cuando el país estuvo fraccionado en siete reinados anglosajones (del siglo VI al VIII). Marx utiliza aquí, por analogía, este término para designar el fraccionamiento feudal del Decán (India central y meridional) antes de su conquista por los musulmanes.
[6] Brahmines: una de las cuatro castas más antiguas de la India a la que pertenecía primero y fundamentalmente la capa privilegiada de los sacerdotes; posteriormente, lo mismo que otras castas indias, abarcaba, además de los sacerdotes, a gente de diversas profesiones y origen social, sin excluir a los campesinos y artesanos empobrecidos.
[7] Compañía de las Indias Orientales: compañía comercial inglesa que fue instrumento de la política colonial inglesa en la India, China y otros países de Asia. Se fundó en 1600. La ley adoptada en 1853 restringía los derechos monopolistas de la Compañía para dirigir la India. La Compañía fue liquidada definitivamente en 1858.
[8] La isla de Salsette, situada al Norte de Bombay, tenía fama por sus 109 templos budistas en grutas.

sábado, 19 de mayo de 2012

una entrevista a zito lema, sobre haroldo conti, y el juicio por trelew... posteado por el poeta víctor redondo...





Entrevista a Vicente ZITO LEMA sobre Haroldo Conti, el juicio por Trelew y la Universidad de los Trabajadores
"HAROLDO CONTI FUE UN MILITANTE DEL SOCIALISMO"

Mario Hernandez - Rebelión

Mario Hernandez (MH): Estábamos comentando sobre Haroldo Conti, desaparecido el 5 de mayo de 1976, hace 36 años.

Vicente Zito Lema (VZL): Contento de que se hable de Haroldo Conti y al mismo tiempo triste porque para mí fue un gran amigo. Estamos movidos por la contradicción, siempre es así. Alguna vez los griegos enseñaron que en realidad la muerte es el olvido y entonces cuando alguien recuerda a alguien la vida le gana la partida por un instante a la muerte, o sea, que me tengo que poner contento que recordemos a Haroldo porque como alguna vez he escrito sobre los humanos y sus ceremonias de resucitación, trayendo a los amigos a nuestras mesas, así con alegría los recordamos.

Trelew: No imaginé nunca que iba a ser testigo histórico de este juicio

MH: Me imagino que será una semana muy conmocionante para vos porque también comenzó el juicio por la masacre de Trelew y fuiste un protagonista directo de ese hecho.

VZL: Es cierto y también lo es que en alguna otra oportunidad hemos hablado de Trelew y si pudiéramos recordar lo que conversamos hace pocos años atrás yo nunca me imaginé que llegaría este juicio. Honestamente, por más que estoy en contacto con familiares de los asesinados en Trelew, por ejemplo, con la esposa de Rubén Pedro Bonet que vive en París ya que se quedó allá en el exilio…

MH: Fuiste el abogado de Bonet y quiero aclararlo porque todo el mundo menciona a Vicente Zito Lema como filósofo, docente, poeta, periodista, etc., y no dicen que también fuiste abogado.

VZL: Sí, era muy joven. Lo primero que estudié en mi vida fue Derecho, tenía 21 años, después me especialicé en Filosofía del Derecho y para ganarme la vida trabajaba de periodista, pero entonces empezaron a caer presos políticos. En esos años era otra época y los abogados en general estaban mucho más ligados a las clases altas y no se comprometían mucho con esas nuevas organizaciones políticas que no respondían a los partidos tradicionales y que tenían algunas formas violentas de accionar, violencia revolucionaria pero violencia al fin. Eso hacía que no muchos abogados quisieran comprometerse y poco a poco me fui involucrando porque haciendo notas periodísticas sobre la situación de los presos políticos terminaba haciéndome amigo de los familiares y así fui aceptando ayudar, porque nunca cobré un peso por estos trabajos, y terminé en un pequeño grupo de abogados donde, entre otros, estaban Rodolfo Ortega Peña, la primera víctima de la Triple A, Mario Hernández, Roberto Sinigaglia, un grupo de unos 10 abogados de los que creo soy el único sobreviviente.

No éramos muchos y para protegernos tomábamos las defensas en conjunto, siempre éramos 6 o 7 cuando sucedía un acontecimiento en el cual caían muchos presos. Así se dio que prácticamente fui abogado de casi todos los compañeros en Trelew, porque a algunos los atendía yo, a otros el “pelado” Ortega Peña, pero los conocíamos a todos, por eso para mí Trelew es también pensar en el asesinato de gente muy joven, que rondaba los veintipico de años, yo debía tener 30 y todos nos conocíamos, éramos muy jóvenes y soñábamos con un mundo socialista que quedó allá lejos, la muerte quedó cerca y las relaciones de fuerza, como se suele hablar filosófica o políticamente, no daban para imaginar que algún día los asesinos iban a ser juzgados.

Me conmociona y debo reconocer que estoy sorprendido, primero por la tenacidad de los familiares pero también hay que reconocer que el Estado en estos últimos años ha permitido que se impulsaran más los juicios. En esto hay que ser justos, es muy difícil avanzar cuando los familiares ven obstaculizadas sus peticiones desde los gobiernos, pero cuando un Estado facilita los caminos, la gente se anima y anda y anda y de pronto se encuentran jueces, porque la lucha de clases está en todas partes, y hay jueces que son realmente miserables pero hay otros que son honestos. En la justicia se ven también grandes contradicciones. Hay jueces ligados a lo que fue el terrorismo de Estado, ya que éste también existió porque muchos jueces lo alentaron, lo legalizaron y legitimaron, pero hubo jueces, menos quizás, que estuvieron en el otro bando y ahora se van renovando y llegan jóvenes que se animan a más, y vuelvo a decirlo: no imaginé nunca que iba a ser testigo histórico de estos juicios, de algo que pensé imposible y los familiares lo han logrado.

Haroldo me decía siempre: “Nos debemos plantar en el medio del camino y contar las cosas que nos pasan”.

MH: Me quedé en algo que dijiste como al pasar: “luchaban por el socialismo”. Lo quiero resaltar porque a menudo, cuando se aborda el tema de los Derechos Humanos, se diluyen los aspectos que tienen que ver con el compromiso político de estos militantes, se acentúa el aspecto represivo, la represión ilegal, etc., pero no se los reivindica como luchadores.

VZL: Ese es el tema de fondo y te aclaro que me ha traído muchos problemas. Recuerdo en un homenaje a Haroldo Conti hará unos 15 años lo reivindiqué en público como militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Haroldo Conti fue un militante del socialismo que creyó que la transformación debía ser por una vía revolucionaria total, creyó y soñó en eso, no fue un hombre que empuñara las armas pero lo secuestraron porque había un militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) perseguido que va a buscarlo a Haroldo porque sabía de su fraternidad. Haroldo no salió al mundo a combatir solo con su palabra y escritura que eran potentes, también creía en los ideales que llevaban adelante los compañeros del PRT, entonces le abrió la puerta de su casa y lo escondió. Los servicios secretos del Ejército lo andaban persiguiendo y es así como llegan a la casa de Haroldo Conti.

Hay que decir las cosas como son. No llegan porque escribió Mascaró o porque era parte de la redacción de nuestra revista Crisis, entran a su casa porque buscaban a un militante que era un alto cuadro del ERP. Por supuesto, cuando se dan cuenta que allí vivía Haroldo Conti se genera toda una contradicción. No estoy hablando cualquier cosa porque allí estaba Marta, la compañera de Haroldo, y ella lo ha contado muchas veces. Yo lo he escrito cuando volví del exilio en un texto llamado “Los últimos días de Haroldo Conti”.

Llegué al país en 1984 y una de las primeras cosas que hice fue escribir ese texto donde explico el secuestro. Lo que pasa es que muchas cosas que uno escribe no gustan y se las ocultan, pero yo siempre ha hablado de quién fue verdaderamente Haroldo Conti porque sino es como asesinarlo dos veces ya que queda como un niño a quien sorprenden los malos.

Haroldo Conti era un gran intelectual que tomó partido por la revolución, soñaba con el socialismo y lo secuestraron, lo torturaron y lo vejaron hasta con perros, porque lo llevaron a San Justo, donde había un cuartel policial especializado en amaestrar perros de policía y lo vejaron de la forma más brutal, insisto, lo sorprenden dando refugio a un compañero del ala militar y cuando se dan cuenta de quién era y ven sus escritos, de gran calidad, pero también de un fuerte índice de impugnación al modo de vida capitalista salvaje en el que vivimos.

Todo lo que nosotros podemos ver como positivo, las fuerzas represivas lo vieron negativamente y Haroldo pagó con su cuerpo. Esa es la realidad, pero no me olvido de ese día del acto de homenaje en que algunos se levantaron y hasta me llamaron provocador, que yo era un loco suelto que decía que Haroldo era un revolucionario y estaba dando elementos para justificar que lo habían secuestrado, es decir, hay gente que no quiere entender la realidad, quiere presentar todo como que fueron unos militares locos que vinieron en un acto de demencia general a causar daño.

MH: Recordaba al “Gringo” José Luis Mangieri cuando decía que no eran carmelitas descalzas.

VZL: Para nada. Eran militantes y Haroldo Conti debe ser reivindicado como un militante revolucionario que pagó con usura monstruosa su compromiso con la vida. Eso es lo real y concreto y que además de ser un militante revolucionario, fue un gigantesco escritor, eso es lo que nos atrapa de Haroldo, porque escribe muy bien. Me decía siempre: ‘Mirá Vicente, nos debemos plantar en el medio del camino y contar las cosas que nos pasan’. Y Haroldo se plantó muy bien en ese camino de la vida y registró cosas desde una sensibilidad extrema que ya son parte del patrimonio de nuestra cultura para siempre.

MH: Te agradezco mucho haber recordado en “Ciudad Cultural” de esta forma a Haroldo Conti.

VZL: Quiero agregar algo más. Hoy se cumplen 70 años que Jacobo Fijman fuera expulsado de la Biblioteca Nacional. Llegó a mis manos la resolución del entonces Director que dice que por alterar el orden se lo expulsa y se le prohíbe la entrada al Sr. Jacobo Fijman. Hablo de uno de los más grandes poetas y pensadores que dio nuestro país que en ese año de 1942, a los 2 meses que ya no lo dejaron entrar más en la Biblioteca Nacional, lo llevaron a un manicomio donde va a vivir prácticamente 29 años hasta que logro encontrarlo y ofrecerle mi casa para que continuara sus 2 últimos años de vida. Hoy podemos recordar a Jacobo Fijman castigado por el poder, porque para un poeta que lo expulsen de una biblioteca y lo internen en un manicomio es un castigo y a la par a otro gran tipo como fue Haroldo Conti, expulsado de la vida por creer también en un mundo mejor.

Miramos el mundo a través del trabajo y los trabajadores

MH: Mañana hay una convocatoria.

VZL: Desde las 10:00 vamos a reiniciar las actividades de la Universidad de los Trabajadores en la fábrica recuperada IMPA. Estoy feliz porque pudimos terminar nuestros 3 baños para hombres, mujeres y discapacitados, nos costó muchísimo, lo hicimos todo a pulmón, también colaboraron amigos que saben más y compañeros que nos ayudaron y pusieron los artefactos. Ahora hay que limpiar porque empezamos dentro de una semana a dar un Seminario de Economía Social y tenemos que recibir bien a la gente. Entonces, mañana desde las 10:00 en Rawson 106, en el barrio de Almagro, vamos a limpiar y pintar la entrada de nuestra Universidad que será de los trabajadores pero tiene que estar bien presentada. Como diría mi madre: ‘ser pobres no quita que estemos limpios’.

MH: Tengo entendido que en el 2º cuatrimestre empiezan los profesorados. Nos visitó el “Vasco” Murúa en enero y nos adelantó este cronograma.

VZL: A veces mis compañeros se burlan y dicen que soy medio maniático, pero no podíamos recibir a los estudiantes sin baños. Son cursos de 3, 4, 5 horas y cómo hacía la gente si hasta Av. Rivadavia hay 2 cuadras largas. Así que tuvimos que parar un poco las actividades hasta que se terminaran los baños. Hubiéramos empezado en marzo, pero nuestra construcción es de base. Hemos elegido hacer las cosas de esta forma y nos llevó más tiempo, pero los profesorados se largan en agosto.

MH: ¿Cuáles van a ser?

VZL: Vamos a empezar con Historia, Comunicación y Literatura. Esos son los 3 primeros.

MH: Humanísticos.

VZL: Es lo que nos da más la fuerza por ahora, pero obviamente no es solo desde ese lugar que vamos a enfrentar la situación. Es donde tenemos más fuerza por ahora pero estamos organizando un plan mucho más amplio. No podemos dejar de lado las otras ciencias, ocuparnos solo de las humanísticas, aunque humanístico en definitiva sea todo. Cada uno empieza desde donde más puede. Obviamente, historia, psicología, la escritura están más cerca de lo que uno hace y allí tenemos más amigos, entonces empezamos por ahí pero el plan es tocar todo lo que se busca en la búsqueda de los saberes, con seriedad y dándole nuestra propia identidad.

La manera que miramos el mundo es a partir del trabajo y los trabajadores y desde ese paradigma analizamos las cosas. Nuestra manera de trabajar es absolutamente nueva, es difícil, nadie lo sabe totalmente. Yo soy el más viejo, pero eso de viejo y sabio es un cuento chino. Es muy difícil organizar porque es como pensar de nuevo el mundo. El mundo lo hacen los trabajadores pero no lo piensan desde el trabajo. El trabajador trabaja y los intelectuales organizan los saberes desde otro espacio y yo no quiero repetir eso. Quiero volver a la justicia y lo justo es que los trabajadores también piensen el mundo y como eso fue birlado, roto, privado, hay que pensar junto con ellos. Ese es un poco mi rol.

Días atrás participé de una asamblea de los trabajadores de IMPA, me quieren, me tratan como a un compañero especializado en temas intelectuales, me dicen: ‘Vicente organizá que nosotros avanzamos con vos’, pero vuelvo a repetirlo: yo también estoy aprendiendo, pero vamos a organizar la Universidad de los Trabajadores entre todos, vamos a dar la batalla.

MH: Te agradezco la participación en “Ciudad Cultural”

VZL: Al contrario, gracias a Uds. por hacerme recordar a Haroldo, a Jacobo Fijman, a los compañeros de Trelew, y no ponerme demasiado triste.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.