"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 14 de enero de 2012

carta de francisco madariaga a juan antonio vasco






Le pido a Juan Antonio que, si algún día...

De los bañados de Chascomús se alejó un día Juan Antonio Vasco.
Cruzó el río Samborombón, por una pasarela hecha con mantas de variados colores, que, según cuenta Guillermo Enrique Hudson, usaron como puente los soldados ingleses, cuando las invasiones de 1807.

Juan Antonio llegó a la ciudad de Buenos Aires y muy pronto nos conjuramos para tratar de encontrar a aquella taberna donde reinaran “los ojos de una mulata que inventaba la poesía”, como decía Apollinaire.

Entramos a aquella taberna, nos recostamos contra un aljibe, no nos peleamos por la mulata y bebimos el vino de la llamarada blanca del amor, la poesía y la libertad.

Después él se marchó para Venezuela, y con un “sombrero guayanés” anduvo por caseríos, llanos, esteros, palmares, morichales, montañas, boticas, chalanas alcanzadas en puentecillos de los grandes ríos o de la mar, hasta que de pronto se vino para Montevideo, en un acto de “justicia para la Banda Oriental”, y ahora lo tenemos con nosotros y esta noche lo proclamamos dueño y propietario del habla, del amor y también de la condenación de nuestra “América ingenua de Cristóbal Colón”, como decía el muy grande mulatón Rubén Darío. Le pido a Juan Antonio que si algún día me encuentra transformado en un ánima trajinante por la Cuenca del Plata, me eche al hombro – con gracia y con gala de querido compadre – su abrigo blanco de algodón americano.

Francisco Madariaga

Libro: “En la Tierra de Nadie”
Ediciones del Dock, 1998

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