"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

héctor urruspuru y plegarias e insomnio






Borda de Ambar mi Mente - Héctor Urruspuru

(... La mayor parte de su vida la pasó internado en el Borda, para hacer menos largas esas horas dentro, imagina a una compañera, y le da un nombre: “Ambar”. Ya enfermo y viejo, antes de morir, le habla de esta manera...) 


Ambar. Corté un retazo de cielo,
             un retazo húmedo
             para mi frente ardida,
             y me invadieron las estrellas,
             se colgó mi risa de las Pléyades,
             se asomó mi silencio tímido al padre de los abismos.
             ¡Oh, este juego azul!

Ambar. Mi niña, niña intensa.
            Tengo las manos hacinadas de recuerdos.
             (Ya no los quiero.)
             Y la voz... quebrada entre las rejas.
             ¡Solo mis ojos te pronuncian!
...¿Ves? Agravia la retina tanta promiscuidad.
             Esa cercana tumba prístina.
             El acaecer de las plegarias matinales.
             220 sueños de sayal blanco.
             Los sibaritas de Edison.
             Sus rosarios, tendones contraídos.
             Esta ática procesión al monasterio
             de los gritos nocturnos.

             Nada es legal. Nunca lo fue.
             No es justo que las arpías
             sean aurigas en mi cuadriga funeraria.
             Solo hojas secas
                                          entrañablemente simples
                                          como el candor de un pesebre celeste
                                          en la villa de enero.
             Solo hojas secas
             y al viento por guía
             al sol por carroza
Ambar... la paz por corcel.

Mira.
            
Ya me han de circuir aquellos que exornaron mis paisajes.
      Sé. Sus semblantes tomarán tenencia de mi amor.
Así.       Irse como la tarde con el sosiego de los pájaros.
             Darse como las paredes altas a las sombras encaramadas.
             Inmiscuirse en aquellos misterios
             que anegaron de esperanza la soledad de siempre.


Ambar.  He aquí el legajo de mi testamento:
              Estos universos creados en la celda,
              te pertenecen.
              (Tendrás las horas).
              Los llantos, exoneraciones vanas, neblinas;
              tardíos viajeros de antiguas constelaciones otoñales.
                                        Los llantos... son tuyos.
                                        (Tendrás los días).
               El canto, anochecido ruiseñor, confinado de cielorraso;
               el verso, el ruego y el canto,
               mis pobres aves encadenadas
                                           tómalas... también tómalas.
                                           (Tendrás los años).
               Los pasillos, los muros, mi cama, la noche,
               la ventana leve y el frío,
                                                     posesiónate de ellos.
                                                     (Tendrás mi vida).

Ambar. Me muero.
                              Se esclarecen mis ilusiones.
                              Hoy las luces equidistan titilantes
                              del centro vital de una cala marchita.
          
            Me muero.

Ambar. Mi niña, niña intensa.
                                               ¿...Vendrás conmigo?
                         
                          No permitas que hospede al miedo.
                                            
                                               ¿...Vendrás conmigo?...








Amalia – H.Urruspuru

“No veo llover y no veré, si Amalia cierra la ventana...
Claros amplios márgenes del error para el derrotero de la mirada, del hombre acostado y la sala torna así al sagrado marrón, habiendo sido: “blanca”, siempre blanca... ¡Todo esto (este escrito) en el aire! si Amalia cierra, la amada ventana.

Y en todos éstos meses en los que no soy nada (no soy nada) le he pedido 4 veces a ella y solo mirándola, me diga, cómo fue cambiando el ciprés del parque... Debe estar alto. Debe haberse enamorado tantas veces del sol del plenilunio como yo de la luna en los insomnios, en el dolor dulce de esta antesala de un río de ánimas transparentes, en el que no flotaré. Antesala. Portal en el que Amalia por las noches da por cerrados al irse, los marcos rojizos, de mi única ventana”

................................................................................................. entonces, sobre la imaginada luna del minusválido vuela a contraluz una mariposa nocturna. Y se oye, lejana, una sirena de tren... Diálogos ininteligibles tras los muros. Ladridos opacos. Y en esta canción astral como quisiera él que todos ellos, entraran en marcha solemne a su habitación. Los sabe, solitarios como él. Fijos, como él. Bajo la cama enorme de la noche-hospital donde fingen que duermen a veces y no, no descansan... Criaturas. Las más bellas. Las más pálidas...
.................................................................................................

“8.30hs. Pasadas. Y llega ella, enfermera de esta planta incolora que soy; y sobre la cual, no cesa de llover libre el sueño mágico del mundo.
Un día más... (¿Ves? un día más, Amalia)”.







Sicomoros - H.Urruspuru.

... desde manos con frío se empieza (sicomoro pintado en una acuarela occidental) ... por un caminar de arenas empiramidadas obligadas, se empieza. Con cada vez cada nuez, o dátil o higo, o errante herido, en el desierto camino a Trípoli; y más detenimiento ¡más! en el paisaje irreal. Se empieza. Sí, como si se fuera un árbol antiguo en el dolor.

Pero uno, no es un árbol que se echa a mirar y mirar , y mirar desde el viento caliente, lunar (ni uno trocó, en un sicomoro lleno de estrellas).

Y así es que he visto como en sueños apagarse y prenderse a las ciudades, desde una existencia efímera de bengala libre en el cielo del Magreb. Bomba, inteligentemente dirigida, hacia los hombres que duermen lejos, de las decisiones de la OTAN (o de Internet ... y uqhamau, así es. Así es).
Manos con frío.
Luz pequeña.
Manos con frío.

Y no. No le pidas a un árbol que opine de la muerte. Solo déjalo que entregue su cuerpo de madera incorruptible, para cubrirla.







Releyendo a Lucio el eremita - Héctor Urruspuru

Parte I

releyendo a Lucio el eremita
semana adentro del carapacho de la tortuga o caracol,
sobre el que llueve,
y no no es lluvia es la avispa semejándola con sus patas de polen
amarilla negra la enfermedad la muerte
y que lo atraviesa columna dórica
arrecife blanco herido esta barca se hunde, oh interesado! Lucio!
oh naufragado! Lucio!
hacia el cielo azul raso de su Templo, cuarto

releyendo a Lucio el eremita
que sueña bayas de enebro suda y frío su cuerpo
a un paso del coma etílico soledad basta! soledad basta...
la arcada de silencio y gesto extremo
el rostro que deriva a milímetros del piso, Dios si Lucio sale de esta...

releyendo a Lucio el eremita, el no amado el “solo”
en su cuarto carapacho semana adentro, no abras la ventana resiste
no saltes a la calle Desaguadero resiste!
desnudo y un espejo se ve la piel transparente la falta de fe
y ya casi no hay ojos en toda la habitación que mira
a la criatura única

releyendo a Lucio el eremita: “poeta no edito”
el grito guardado en el arcón
escritos que se perderán en la mudanza en el cuando después

Parte II

2.1.- y que el que venga ría

2.2.- abra las ventanas

2.3.- que la luz entre

2.4.- decapite el thánatos.

Parte III

Por toda referencia: aquí vivió Lucio, el eremita
 tomó sopa de papas, atendió espaciado el teléfono
leyó a Joyce a Carriego
circunstancialmente un amigo un café, una mujer paga
una tormenta estival que miró por las hendijas de la ventana
la máquina de escribir, los estantes con libros
infaltable la carta de amor
y la rosa seca.











Mini-animalismo – H.Urruspuru

... toda la selva cabe, en esta bota.
Aprieta y duele, en esta bota.
Bota, en el charco de ranas.
Pié descalzo en el charco con ranas.

¡Salpico en cientos de gotas!
Cuento cada una, una por una
y la palabra nenúfar, es croada,
llega multánime. Llega plácida.

Tranquilo, ya tiende a colgar la piel.
Tranquilo, ahora es tiempo
(y viento) en vestir de blanco.

Y la bota se quedó en la selva.
¿Mi pié? Todavía está en el charco.





Héctor Urruspuru, Pcía. de Buenos Aires, Argentina


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