"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

martes, 26 de febrero de 2013

poemas de la bella élida manselli, seleccionados por lucio madariaga...






“La guerra en la flor del aire”, Interlínea, 1973

CANTO PRIMERO

Caballo alazán
                           canto asirio en las ventanas del mundo.
Yo tengo solamente ríos en tu frente, que van del lago relieve a
la cintura de mi razón.
Cuando salían las embarcaciones, los puertos te dejaban su paz
y allí olías el terror desnudo del océano y allí dios te arrancaba
de tu sueño ligero.

Pasaron vientos diversos por tu espacio entre tanto sueño virgen.
Llegaste…
                    si lograras recordar.
El hombre salía de su armadura y en las velas del viento dejaba
pasar su puerta.
Un paso en la greda, donde infinitos destinos se cruzaban, como
el ave de barro.
¡Que nube pesada calló sobre mí!
Tomé el color de los carros que había visto en mi infancia,
Flechas Babilonia.
¿Qué nube, cuando recobré la atmósfera surgió de las
sombras?
Desembarqué…
                              si lograra recordar cruzadas, fortalezas,
cansancio, odio, espuma.
Los rasgos de los tiempos me quedaban marcados, grabé día y
noche el nuevo rastro.
Yo, que entré en los cañadones perdido por la dulzura del aire y
no pude escapar al cielo, con la lanza en mi costado cruzando la
aurora.
Pude dormir porque todo lo crucé, galopando como un diablo
coronado de escamas cobrizas.
En el valle la tribu descansaba y yo bebía de todos los inciensos
ángeles.
Me alisté para la guerra en la flor de aire, para los conjuros en
voz baja y aquellos alaridos, aquellos tambores…
Después el sudor cayó sobre mi anca con las últimas luces
buenas.

Silencio vastedad…
                                     el trueno que de noche me quiebra es
alivio y templo parta mi sencilla sed.
Porque encontré el eslabón de la verdad.
Si lograra recordar aquél canto.


CANTO QUINTO

País de fiebres
                            ven a contarme tu martirio.
País aguijoneado por el sol sin quimera.
                           Ven acuérdate de la mano ámbar que pasó sobre ti
en una lucha secreta.
Acuérdate del dulce y riguroso animal que cantaba el único
mediodía con brazos y destinos trazados por la conciencia.
No había llegado la geometría más que al designio del viento, el
arroyo sembraba de mapas la tarde que enrojecía de naranjos.
Acuérdate que estaba la salvación prevista, el paraíso montado
en brillantes almas.

Ahora todo estaba ausente.
Ya no pude conocer ese disco que detenía la respiración en la
noche, cuando yo avanzaba en la gramilla mi sed de alturas.
¿Qué era, tan blanco en la quietud de los infiernos?
Solía posarse sin temor en lo alto, como una palabra demasiado
perpleja del infinito.
…la boa era más vibrante en la espuma y los nidos sabían
hundirse más en sus pensamientos.
Yo giraba sobre mis crines bebiendo sin reservas.

                    Mis amapolas van cayendo a un vacío helado,
rodeadas de la agonía de las especies.

En el alba el frío me descalza los últimos leños, oh el rigor es
muy duro para mis ojos y el árbol.
No tengo reparo en el aire del sol perfecto, mi viaje interminable
no se recuerda ni como oración.

                          Mis amapolas van poblando la esfera eternamente
inconclusa.
Aquella torcaza que me dejó sus huellas, como trinaba en
silencio…
Un resorte, un gran peso toda la vida por el vasto yacimiento de
un sueño, en una llanura que se retira lentamente a sus orillas.






“Gracia-Torcaza”, Botella al mar, 1978

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Entre y cierre la puerta que detrás vienen los presagios.
Aquí no encontrará más que tristeza y pequeñas fatigas
azules buscándose como torres a larga distancia.
Entre y ubíquese en diagonal a las pesadillas, que para
estar tranquilo basta hacer el pan diariamente sin pausa
y retribuirlo para no quedarse solo.
Voy a encender el espectro del bosque.
Necesito una mirada que pueda más que el agua, que el
dominio del tiempo sobre la inteligencia, que ese fuerte
dolor a aguacero en lo sentidos.
Siéntese tal cual ha nacido, Con pocas palabras, que hoy
descubrí un capullo con diez años de antigüedad y conocerá
usted la belleza que nunca ha entrado por los ojos.

¿Siente el roce del planeta?
Pronto desplegará el cielo la fila de perdices, esos privilegios
de invierno en los campos.

Esta soledad que prepara el ángel.




6

Entre usted y el sol hay una fina rendija de inmensidad.
Gira en el aire un suspiro de cuentas, que va a perderse
    en unos ojos muy prendidos al suelo y a las brisas del
    suelo.
Y no hay razón para sentirse poco en el follaje, si tenemos
   la vida en el puño de los días y es la existencia un torcido
   velo de sorpresas.


Calme su luz sol overo de la nueva resina, que comienza el
    fuego a rondar las nubes y yo quiero esperarme sin apuro.



8

Despejó más y más la entrada de la cueva. Hasta que el
   espacio con su exquisitez de invierno le acercó una mejilla
   de la virgen del día.
A sus pies la noche le hacía cosquillas con algo de fatalidad,
   mientras vagaban por el alto trébol de la medianoche miles
   de seres desesperados inconclusos.
Miró temiendo verse reflejado.
Sombras, sombras en la ciudad, en qué edad prendida a la
   noche gigantesca que no le dejaba recibir la eternidad.
Entre los árboles el viento lanzaba llamaradas de orgullo, y
   un gran tazón de resinas y bostezos pardos le colmaba la
   niñez, de la cual no sabía nada.

No se sentía más que un vacío de agua profunda y terrible
   como un nacimiento.
Olvidó el terrón de azúcar prometido.
La miel del Universo llegaba en pájaros y roces ocultos del
   espíritu.
Ni un vértigo, ni un sonido, un solo peldaño en una gloria
   viva dentro.
Despejó de hojas secas la entrada. Miró la dimensión humana
   como un ángel sin suposiciones y en una ojeada contó los
   leños de su fuego.




“Manantiales que reinan”, Nuevohacer Grupo Editor Latinoamericano, 2005


AZAHARES PARA MI ALAZAN

Cabalgaremos al alba.
Déjame enjaezarte con las primeras aguas
de los manantiales que hoy coronan tu sangre.
Para el viaje cortaré azahares
que defenderán
                          arrullarán
                                           rezarán
a nuestra sombra viva.
No encerraremos las penas del pasado.
No libraremos batalla,
no construiremos días ni manadas,
sólo arderemos dentro de la niebla
que a veces te ocultará,
aunque yo marche a corta distancia
de tus relucientes crines.
Mientras galopamos hacia el infinito de tu nido,
las flores nos embriagan,
desconocemos los cuerpos que resbalan
siempre tarde a nuestro paso,
ahora que rozas el todo después de la nada
que juntos intentábamos florecer.

Estamos en el centro del alma
con algunas almas posibles,
como si tejiéramos el arma celeste
ascendemos encantados
                                        desencantados
del hálito que respira en las cenizas,
el áspero sueño de humanidad aún pendiente.
Atravesamos el rodeo del silencio,
lejano abrebadero que muda su espacio
de extremo a estación sin flor.
La mirada más dulce de los animales
llega de los latentes,
                                 cercanos campos latinos.
No abandonaremos el paraje,
un destello de Tarquinia traza en la memoria
mi infancia última, la inocencia
mi entendimiento de los otros.
No destruiremos el son,
el ámbar de mi sin razón,
al abrigo de un sueño de los mandarinos.


AROMA DE MALVA

Confundido
           con el pájaro seductor de la estación estival,
dormías
           como una esmirna pendiendo del clima de su trama,
aguamarina en la nieve,
donde no se refugiaba un pie, sólo cortaderas gota a gota,
sólo frío en las profundidades,
viaje de la imagen
infinito del rocío subiendo a otro viaje,
            pedernal y abismo,
mientras cuatro torcazas regresaban a sus nidos.

Las profundidades golpeaban mi instinto,
vientos rozando el Río de la Salvia,
donde hundí la piedra de la razón,
            por un resplandor
            un reto,
niño con aroma de malva
y sus claras torcazas en libertad,
salto exacto para respirar el humito tibio de los pájaros,
mientras sigilosamente atravesabas aquel paraje,
distancia de estrella fugaz,
aire exacto que balancea el día
             Puma de las Sierras de Ambato.







ROSA DE HIELO

Este invierno
                             y los grandes poderes ocultos.
Esta rosa de hielo abierta sobre las miradas,
este invierno que yo conozco por su cinta inviolable
de temperatura y junios.

Hablo de las nueces guardadas en un solo pensamiento tibio,
de la milagrería arrollada en la almohada
por los dedos impasibles del sueño.

Yo pude advertir que toda la alegría
había subido en ráfagas al recuerdo,
y no quedaba aquí abajo sino el redondo hueco del calor,
rondando la locura.

Por fin había caminado mi único sentido.
Había estrechado el corazón y la razón,
hilando fino el paso, apenas perceptible.

Este invierno,
                           con su dentada hacha rojiza sobre los árboles,
descalzo para la condición humana.





RAYO DE CURIYÚ

Cómo has danzado en la batea azul verde esta noche.
Cómo has visto las ventanas arder en su lecho
y oído a sus caballos entrar al principio, al fin del origen.

Se ha sentado al borde de Dios la noche.
En el centro del monte,
el refugio canta el ausente en las flores secas,
es el paso hacia el invierno que acompaña tu cuerpo
de espacio en espacio,
es tu luz de frente,
                             tu ritmo de agua,
                             tu mudanza eterna.
Has cruzado la entraña de la isla,
la rama abierta del silencio
y a mi orilla has llegado como una plegaria,
al ojo lento del destino.



Elida Manselli,  C.A.B.A., 1941-2013

domingo, 24 de febrero de 2013

arena inflamada de selva dipasquale




Arena inflamada


1

Mi padre es
un arabesco
en mi vida.


Ondula, sufre y permanece.


Yo lo amo
como el hada
a sus flores transparentes.


2

Padre
que estás
en el sillón
entre el sol y la luna:

¿A dónde nos llevan
tus enloquecidos ademanes?

¿No te das cuenta?

Yo creo que tu alma está tiesa.

Y es muy extraño

pero tu piel
ya no alcanza
para cubrir tu cuerpo


3

Esas manchas en la piel de mi padre:
¿Qué cla-
se de abejas
en otra era fueron
habitan-
tes de húmedas ermitas?



Selva Dipasquale

POEMAS REVISADOS: ¿Por qué besas de ese modolos objetos pequeños?¿I...

POEMAS REVISADOS:
¿Por qué besas de ese modolos objetos pequeños?¿I...
: ¿ Por qué besas de ese modo los objetos pequeños? ¿Invocás a tus batallones  de insectos invisibles? Ya que no puedo violar ...

Alfonsina y el Mar - Anna Saeki, vocals; Maurizio Najt, piano. Hiroshima...


domingo, 17 de febrero de 2013

poemas de gualberto martinez muenzo, que nos acercó alicia preza desde uruguay...








  1. Ninfosis

    Simulo estar vivo mientras ensayo la respiración de la larva.
    -al insecto parece gustarle mi aliento de panal-
    Le entrego mis manos a la telaraña.
    La mariposa es pesadilla de mi nacimiento.
    Crisálida... jazmín que crece en...tre cementerios
    en un jarrón con su propia sangre.

    -------
    Camino del sepelio

    Jugar a una muerte de sudores
    por la condición de amantes
    para arrebatarle la cura a la unión de la piel.
    Férula de la enfermedad del músculo al levantarse.
    Colmillo de la avispa que mutila siervos
    por pertenecer a un collar de Dios.
    Hombre abstracto abandonado que viene desde la garganta
    en un vómito de asfalto.
    ¡Que me derramen a lo profundo en anclas de la historia!
    Destino que acuna el margen de las lenguas.
    Mujer con la mitad de su sombra que arrancó su Musa del clavel.

    Arrúgame con un frío de víctima
    protégeme de la espesa visión a través de la lágrima.
    Vuélveme tiza, polen o límite para valorar las cenizas
    de un cementerio en tu vientre.

    Gualberto Martínez Muenzo.
    Los tres lados de la aguja - Ediciones Ideas.

sin resta. antología personal de leonardo martinez







LA ESTIRPE ANTIGUA


Se va la estirpe antigua
como un puñado de aire
sombra tenue
que deja  de nombrarse
Nunca más trashumará los montes
para buscar la madre de los vientos
Las flores los capullos
se acabaron para siempre
en el espejo vivo de sus ojos
Los caballos dormirán
un sueño de relámpago
y la voz del campo sonará
para los pocos
que puedan escucharla

Se fue la estirpe antigua
Quedamos solos para estirar el tiempo



TODA LA TIERRA

I
Hay un pedazo de tierra
que es toda la tierra
fundado en mi alma
árboles le crecen como manos
y vientos lo arremolinan de nostalgias
Sus fronteras son sombras
de ropaje oscuro y doliente
selladas por la ausencia
en escrituras borroneadas
ilegibles temblorosas
tiznadas por la humareda de los años

Hay un pedazo de tierra
surcado de abandonos
ventas donaciones testamentos
codificados
clasificados
este mestizo es de buena sangre
y le sepultó vainas de bronce en las aguadas
este otro es puro abolengo castellano
y lo pobló con hijos solitarios
mulatos zambos cuarterones
divididos en racimos
bautizados por capellanes de la nada
Adventicios
que labraron sementeras jubilosas
empalmándolas con borracheras
cuando la pesadumbre les roía
como una carcoma amarga

Harían falta infinitos espejos
para multiplicar la vida
y expulsar el desarraigo por el mar
en navíos cargados de huesos y fantasmas
hacia las comarcas pálidas
enarbolando fábulas
codicias desengaños
Harían falta mayorazgos
y hembras de pecho airado
oficiantes del poder y la alegría
para lanzar la mariposa de oro
desafiando la historia

II
Tacana
piedra bajo el aire diáfano
molienda azul de las alturas
¿a dónde irán tu aire
tanto azul
el resuello de la tarde
el ondular de los bellidos pajonales
la achacosa sombra
engarzada de luceros?

La dócil ganadería
pasta en las colinas rubias
El zorzal trina
como una tenue risa
en la tarde clara
En el hondo barranco
el agua refulge
y es una luz líquida
que se escurre entre las piedras
hasta aquietarse
en la profunda esmeralda del remanso

En la sierra el aire suena
Remotas guitarras
flautas que la noche calla
con el fragor del silencio
que derraman estrellas y metales
se precipitan por las quebradas
en la ternura dormida de la tarde
Cárcel libre donde el aire remonta
azules oquedades
como viento disparado
hacia las altas mareas de la noche
miel de sombras que desborda
la tenue fragancia del rocío
expandido por la faz rumorosa de las siembras
La penumbra asciende
en el silencio de los valles
Los cascos suaves de la noche
van pisando los tréboles fragantes
desgarrando la enredadera tibia
de polvorienta luz que se deshace




VUELTA DE LA SANTIADA


Era la mañana
una procesión de caballos
desfilando por las lomas
La luz ennegrecía
los carriles del sueño
y San Antonio presidía la columna
de moros zainos alazanes
dirigiéndolos
hacia un escondido cielo





ANTEPASADOS


Quiero creer
que mis antepasados
fueron príncipes del sol
de mirar oblicuo
para no lastimar la tierra
que cocinaban
dándole forma
de animales imprecatorios
del sigilo
de la sangre
de la fecundidad y la esperanza de ella
el rocío del esperma del sapo
la danza circular del suri
el salto despiadado del puma
la serpiente de ojos sin párpados
la lechuza de ojo circular
y entonces comían
en  ceremonias de  reparto celeste
y a las viandas las sazonaban
con  tierra amarilla
y en las festividades
el ají les abría una sed
que calmaban con fermentos de maíz
y la tierra les amamantaba y cuidaba
ganados y sembradíos
y vivían cubiertos por divinidades
terrestres y celestes
que siempre los protegían
pero a veces lastimaban
para hacerlos más suyos
El mirar oblicuo se me despintó
sin embargo aún lo conservo
como un anterior dominio
pero hay hermanos
de la luz y de las siembras
que miran desde el centro
pasando por los costados del alma
cuyo tiempo no es el de las recolecciones
ni el de las siembras
ni el  de las cacerías
y se me ocurre
que en ellos navegan
como en un mar encapotado
los destellos del sol divino
enterrados por las basuras del alma
acumuladas
en las travesías del desamparo

Y un desierto de humos fríos
colándose por las rendijas de los siglos
se extiende como disonancia antigua
y en ese desierto
pájaros amarillos
con lenguas vacías de canto
despliegan el silencio
y en ese silencio el viento enreda
sombras ancestrales

y las sombras son espejos de otras sombras
huecos donde apacentó
el corazón de Pachacamac
y el día como un cristal eterno
hunde en un légamo de luz
humos fríos sombras y silencios
y el Dios se refleja en el espejo del aire
y camina por los senderos del sol


       
                                                           (de Tacana o los linajes del tiempo -1989)







(...)



SIN RESTA


Atardezco
Pronto me alcanzará la noche
y la oscuridad será mi madre
recibiendo en brazos al expósito
Infierno y cielo
izquierda y derecha
nada atrás nada delante
un solo río hacia el mar
una sola voz en la sombra
Madre no me hieras
Pero la madre hiere y danza
en la cornamenta de la luna
Antes y ahora igual
corre el día por el amor de la noche
mientras la barca oscura
navega en el copioso abismo


EL RECUERDO

Liebre escondida entre las altas hierbas
dispuesta a huir
no reptil ave o pez
en su agujero cielo o agua
sino liebre a todo lo que da
cabalgando en ancas
de horas felices o color de nada
liebre
arrastrándose en las zanjas
incapaz de mí
sola de mí en su sangrar
ahogada en las entretelas de mi corazón




VUELTA A LA NOCHE



Antes fue la noche
Es hora de regresar a ella
El bosque está en penumbra
La arboleda guarda en su ramaje
el vapor de todos los alientos
y la grieta de donde emergimos
se abre a la sombra del padre que cuida
En la hojarasca nos dejamos caer
y con la oreja pegada a la tierra
sentimos el largo latido de años que se esfuman


LA PREÑADITA
                         a Ana María Cossio
                               y Delfina Teran



Arrastra sus tetas por la vereda
siempre a mi derecha
siempre al trote
con pasitos cortos
Sus ojos son lámparas gemelas
No me atrevo a mirarlos
su luz es amor a quemarropa
Por la calle
el ilustre director de orquesta
va de frac en bicicleta
Esta noche hay concierto sinfónico
y músicas estentóreas o dulcísimas
sonarán en el teatro colmado
Mientras tanto pedalea
sudoroso bajo su frac impecable
El profesor escandinavo
camina hasta los torrentes del cerro vecino
para recibir el bautismo de la espesura
los naranjos salvajes los durazneros bárbaros
desnudo al sol
bailando entre las aguas
En la montaña
las manos de esa mujer elegante
arrancan seriales dodecafónicas
de un piano embravecido
Los sonidos se elevan
y caen al rozar el cielo
Bajo la estatua de una señora robusta
en la plaza de la ciudad aldea
un hombre en pantalones cortos
se agacha para levantar un pichón
Lo pone en el bolsillo de su camisa
y a grandes trancos
sube la calle que lo lleva al monte
La tetudita se arrima
frota su panza en mi pierna
y lastimera trata de alcanzar mi mano
¿Parirá en un baldío
o en las escalinatas de la catedral
junto a los pordioseros?
El filósofo barbudo enseña marxismo
y pensamiento antiguo
otro induce a replantear la historia
y el pintor hace cantar los colores
en la absurda realidad del hambre
Una fábrica de azúcar se levanta
sobre las cuevas donde el familiar
espera a su jornalero víctima
Al cabo de la amazonia
en un trópico de orquídeas azahares y parásitas
los poetas son rilkeanos
Pero el incienso de los templos
no achata el espesor de los sentidos
La preñadita lame mis manos
retozo con ella
rasco su lomo
su cogote collarejo se funde al mío
somos amantes explícitos
cargados de futuros hijos de dolor dichoso
El director de orquesta todavía pedalea
El escandinavo se baña desnudo en el torrente
El gorrioncito es el corazón
del hombre de los grandes trancos
La furiosa dama abre su quimono
y nos dona todas las vanguardias
El pintor ilumina los sótanos
y saca agarrado de la nuca al familiar rollizo
Los poetas rilkeanos han muerto
Los azahares las orquídeas las parásitas
enmarañados protegen antas osos hormigueros
zorzales escarabajos lechucitas
El filósofo marxista
abandona su herbario de palabras
Lo encandila un picaflor
dardo irisado que liba los néctares del valle

El verano viene apurado de relámpagos y lluvias
Ella se echa junto a un montón de basura
Desaparecen las nubes
y zumba una cuerda en el arcoiris
Sólo entonces
en el umbral del verano
empieza a parir
la preñadita



DE LAS TIERRAS NATURALES
                                           A Ivonne Bordelois


La Eteljiva la Gorgonia la Indalecia
la Rosenda la niña Baldomera
doña Virginia la señora Zósima
la niña Pastora la niña Limbania
doña Goyita doña Bersabé la Micolcita
la niña Encarnación la niña Carlina
la señora Petrona la señora Ana Carlota
doña Segunda la Tertuliana la Hormesinda
en las paredes en los muros en las tapias en las pircas
bajo las baldosas bajo los entarimados bajo los ladrillos
nunca abras esa puerta
no te muevas de tu cuarto
no murmures ni musites
cantar es pecado aun bajo los árboles del fondo
cuidado con levantar la tapa del piano
o dar cuerda al fonógrafo
o desenfundar la guitarra
El espejo es el charco que refleja
la imagen asquerosa del mundo
La culpa es la azucena que nos regenera
En la soledad te visitarán los ángeles
Sus ojos como dedos pulsarán tu sueño
En el cuarto a tinieblas encontrarás la luz

En el cuarto a oscuras
en el cuarto cercado de lutos
florece un jardín hueco con vertientes de llanto
donde chapotean los alientos fríos
de la Eteljiva de la Gorgonia de la Indalecia
de la Rosenda de la niña Baldomera
y se precipitan en chorro inacabable de nombres
doña Virginia la señora Zósima
escritos sobre nombres olvidados
la niña Pastora la niña Limbania
que aparecen y desaparecen en el dintel del pudridero
doña Goyita doña Bersabé la Micolcita
la niña Encarnación la niña Carlina
resucitadas en mi memoria
la señora Petrona la señora Ana Carlota
orondas desafiantes
doña Segunda pintada como mascarita
la Tertuliana renga y valetudinaria
la señora Augusta emperatriz de las simuladoras
la Miquichita la niña Ignacia la Hormesinda
pobres vergonzantes alimentadas de residuos monacales

El señor obispo
brazo con tridente del Santo Tribunal
cierra sus ojos turnios
y condesciende a comer las primicias
La señora epíscopa se encarga de negocios de la carne
y sus frutos espirituales
Francisco de Aguirre vocifera
basta la fe para salvarme
no hay poder en la tierra que me excomulgue
sólo Dios
En otra estampa
la esclava Inés convicta de brujería
se arrastra por los andurriales de San Miguel
Ajusticiada
su cuerpo arde sobre una parva de leña
y la íntima ceniza
entristece para siempre las tierras naturales

Con uñas aran soledades
con dientes desmalezan claros en la selva
Por espejismos los desiertos avivan la codicia
pero en los cercos y poblados se multiplica el aumento
Como un rayo de luz tordilla
la caballada se desmadra por los campos
Crece el aumento en un nido de manos y pezuñas
escalando el aire
Lentos cada estrella y cada ojo
centellean en la noche
¿La Vía Láctea es semen constelado
o leche materna suspendida en la oscuridad?
Crece el aumento en los cercos y poblados
Cada uno hace lo suyo en tarea anárquica
Uniones de diversa laya
amancebamientos adulterios ocasionales lascivias
uniones santificadas en siestas de calor paralítico
escondites en lo oscuro
huidas al monte en los tórridos crepúsculos
sueños con el Espíritu Santo que anda por los aires
y desciende a su boda con sonido escalofriante
y rosarios
rosarios en las orejas ojos boca dedos nariz
sobre la piel y entre las manos
rosarios en los lechos de parturientas y moribundos
rosarios colgados de las cujas
rosarios en las bragas color incendio
y abismos abismos abismos
tornasolando la Ciudad de los Césares
engalanando el gran Paititi
y al fondo más allá más al fondo
en el borde al final de la fiebre
la gran madre analfabeta
madre de las maternidades
incubando su almacén de hilos de luna

Mi fuente mana hacia donde retumban
las aguas anchurosas
Mi fuente salvaje orilla el rumor del polvo
y guarda lo increado
Salida de la madre elemental
la fuente salvaje que me surte
sobrevuela los años
hasta el cambio

                           (de Las tierras naturales – 2007)


LOS OJOS DE LO FUGAZ

I
¿Qué música me mira?

Desde tapiales derruidos
acechan
mañanas de labranzas
viciosas siestas
atardeceres de un corazón sin muertes

¿Qué música me oprime?

Todo viene del mar o la montaña
del cielo o del abismo
Todo viene en algo dormido
Anterior al murmullo de las hojas
o al grito de las bestias
encerrado en las piedras

¿Qué música está mirándome?
¿Es la música del puñal
cuando calaba hondo
y suplicabas
y tus ancas se abrían al arado de la perduración?

¿Quién compone esta música oída con los ojos?

La miro gotear en la oscuridad
y mi corazón
se escurre como lágrima
y lágrima escarchada
 es mi corazón en la oscuridad

¿Qué manos acunan el candor de esa música?
¿Que manos acunan el candor del porvenir?

Toco lo que no fui y huelo al solitario derramar en sueños
la materia de su noviazgo fértil

Lo que soy toca la grandeza de la fugacidad
En mi ceguera palpo el presente despellejado

II

Alguna música me ama
se interna sin límites
clava sus agujas
y me susurra el secreto
del viejo maestro

Escucho

-Las palabras despertarán al alba
cuando los caballos atraviesen el horizonte
y el niño sentadito ante la tropilla al galope
huela los colores terrosos azafranados negros
de reales frontinos y malacaras
perdiéndose en reflejos por el oriente
y el día se extienda levísimo
y la desconocida que llevamos en las entrañas
empiece su baile ciego
y en una espiral si retorno
arrastre al niño
al vértigo del principio


POSIBLE CONVERSIÓN

Belleza y verdad
Corremos persiguiéndolas
y seguro ellas quedaron atrás
Igual el amor que sentimos siendo niños
al canto de los pájaros
con la honda tensa listos
y la pedrada justo dándoles
en el corazón de su música

Marchitos ahora
no podemos restaurar lo perdido
Inaugurar quizás un mundo
donde pedrada corazón música verdad belleza
fueran agua donada
por el vendaval de la gracia




CERTIDUMBRES

I
En el hemisferio norte es primavera
Espinos blancos o lilas
perfumarán la noche de alguien
desvelado
Desvelado como yo en el sur
por el olor a hojas secas
y el lento y poderoso batir de alas de la gran lechuza
kol-kol
en su invisible cacería nocturna
También empezaron los fríos allá en el Urubamba
Los pastores se arrebujan junto al fuego
en las chozas de altura
Pronto arrearán sus llamas a los valles
pues las cumbres se cubrirán de nieve
Entonces me pregunto
sobre esta relojería del mundo
donde una estrella
nos dona las luces y las sombras
los crecimientos y las desapariciones
No resta más que arrodillarnos y venerarla
Divino sol me digo
alimento y sed de nuestras vidas

II


Cae una hoja y retumban las edades
Los sentidos muestran
la fuerza indócil de los elementos
El futuro se apresura a ser pasado
y el pasado es pérdida dolor y soledad muy alta
Ante el papel sin mácula
los reflejos del mundo se anuncian
como regalo del pasado del futuro
y la única convicción de permanencia
es el perfume de un durazno
olido en sueños
Olor en tránsito
desvaneciéndose

                                                       (de Los ojos de lo fugaz)






Leonardo Martinez,nacido en Catamarca, en 1937, reside en C.A.B.A., Argentina.

Fragmentos de la antología "Sin resta", Antología Poética, Revisión y Selección por el autor.