(imagen de howard schatz)
Últimas
La
última soy yo, dejadme
es
mi deber
no
me disputéis lugar alguno
que
la última soy yo
Encended
mi penacho emplumado
Llevo
un mechero que no se extingue
La
última y la propulsión, ya lo sabéis
soy
yo
¡Últimas,
últimas de ascenso en espiral!
¡venid
a bordo!
Tomad
mi nave y escapad
las
últimas
2
de febrero de 2011
Archivo
de diosas olvidadas
Las
perversas, las propietarias
del
asco público,
las
apartadas, producimos
la
propia,
la
turbia luz. Ninguna luz
de
afuera
incide
sobre nosotras, lo veis.
Destilan
humos
y
ruidos y envidias como redes
unas
sobre otras,
en
la espera,
de
grasa gruesa
que
llevan tatuada.
Y
se lavan,
y
se lavan compulsivas por una lluvia,
conjuro
de sus lágrimas ahogadas.
Nos
sabemos un archivo de diosas olvidadas.
En
conserva, nuestro secreto de cuando mujeres:
aquel
misterio
ahora
condensado en cubículos,
jugando
con sus espejos
-clandestinos-,
sus cuchillos de variado material.
Cuando
el ánimo amanece de día cerrado,
cuando
la tormenta,
ha
de rodar la fortuna
afilada
sobre los vientres
y
las mejillas.
Luego,
llegan los azules
¡los
pájaros negros, mujeres!
Que
os encuentran la humanidad, la llaga.
¡No
reclaméis! acaso,
¿hubo
algo que se os diera,
hubo
algo?
Marcadas
con
el signo que el deseo proscribe,
desfilan
atadas mas inocentes todas
Que
la culpable anda suelta y gobierna,
la
loca, detestable la más
a
quien irán en venganza con escobas.
Y
retornan al suelo
los
traseros sagrados.
Bostezan
las diosas, tejen,
decoran
la tela monótona,
blanquean
pacientes el veneno, penan
bajo
la vitrina repitiendo letanías.
Las
apartadas
practican
esas sus risas ácidas
unas
frente a otras.
Posamos
para el mal hado
en
cámara lenta.
6
Esta
bien, lo admito
Soy
una bandera
Pero
también soy el brazo desnudo
Ardiente
y peligroso
Sin
vergüenza
Está
bien, lo admito
Encendí
la bengala
Que
la noche se hizo muy negra
Y
sin luz no cruzarían los hijos
hasta
el amanecer
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