entrevista de duras con dominique noguez, 1984 (extracto publicado en el navío night, ed. el cuenco de plata, 2007)
_¿Has visto esas manos?
_Las vi, nunca las he olvidado. Hace mucho tiempo. No están lejos de Altamira. Son azules. Pero de un azul grisáceo, casi como el Océano.
-Lo perturbador en el filme es que a la vez es un filme sobre París y sobre esa primitiva caverna prehistórica. Es las dos cosas.
_Sí. Porque creo que todavía todo está allí, como lo estuvo siempre, desde siempre. Que se circunscribe de manera diferente, pero que la Edad Media, por ejemplo, está todavía allí, en París. Lo mismo que la sexualidad de la gente, tanto la de los monstruos como de las personas normales, no se ha movido, todavía está allí, intacta. Está allí como antes, como lo estaba hace milenios. Y creo que esas personas, esos negros, reclaman tanto como en el comienzo del mundo ser amados, ser reconocidos como seres vivos. Es en ese estadío donde lo que llamo el amor se expresa con una mirada, con una palabra, quizá también con una cámara. Creo que ese grito, ese grito de deseo es el mismo, es el mismo que se había proferido ante Dios.
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