"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 31 de diciembre de 2011

historias en la poesía de graciela cros




Diálogo con el celta

Oficio


De su padre había aprendido

A distinguir el fuego y la ceniza



De mí

No sé qué

Aprendía



Yo escribía versos

Azar que a algunos pocos

Convierte en poetas



Él me animaba indulgente, afable:



A escribir, a escribir, eso me gusta.





de “Diálogo con el Celta”, en Urca, 1999



UN MAIL



Recién comí

dos empanadas de roquefort

y dos de pollo

que me alegraron

el cerebro,

cuenta Mansilla en un mail.



Dice que va

a inaugurar una biblioteca

en Las Lajas

acompañado de motoqueros

y paracaidistas,

cosas de la Patagonia, agrega.



Yo me acuerdo de Osvaldo Soriano

y le digo eso,

que parece una escena

de alguna

de sus novelas.



Tener amigos poetas

salva el día.



**






A LA NOCHECITA



A la nochecita me pongo a cocinar una feijoada

para Mansilla que viene del desierto

buscando un porqué.

Alguien le dijo que la sé hacer.

Que aprendí en Itabira do Mato, Minas Gerais,

la ciudad donde nació Carlos Drummond de Andrade

y adonde todos saben nunca fui

pero sueño ir.



Con jugo de maracujá, leche condensada

y vodka

hice una jarra de capeta bahiana,

bebida del demonio,

y por si hace falta pasar a la caipirinha

dejé a mano una cachaça envelhecida

del valle de Paraiba que promete.



Un rato antes piqué unos ajos barrigones

en la tabla y un par de cebollas.

Lloré un poco aprovechando la ocasión.

Me sentí feliz de estar tan triste.



El cuchillo no tenía filo y lo pasé por la piedra

como si supiera.

Hice igual con la feijoada:

anoche dejé los porotos negros en remojo,

la carne temperada con diversos aromas,

y ahora

mientras pongo el arroz,

espero a la visita,

confío en la inspiración.

**




TEMPORADA DE PÉRDIDAS




El jardinero me avisa que

en la canilla del jardín

hay una rotura

y corre un chorro de agua desde hace días,

que a fin de mes

me va a llegar una factura de locos.

Le agradezco y le cuento que también

pierde

el depósito del baño

y que el tanque intermediario no funciona

y hay un goteo continuo en la conexión,

que, sin duda, cuando vean el medidor

los de la junta vecinal que provee el agua

me van a arrancar la cabeza.

Por mantener la conversación

en un estado cordial

le digo sin pensar:

es mi temporada de pérdidas

y después me doy cuenta de lo dicho

pero de la muerte llevándote, nada,

nada puedo decir.





HENDERSON Y LAS OSCURAS



De chica pasé unas vacaciones

sola,

sin mis padres,

en el campo de unos parientes.

No sé explicar cuál fue la razón

pero ni ellos

ni mi hermana

se quedaron durante ese período

que para mí fue dichosamente

infinito.



Las Oscuras era una estancia próspera,

con una casona señorial

y un parque de árboles exóticos,

abetos amarillos, acacias moradas, aromos azules,

sauces eléctricos y cipreses rayados como cebras.

Yo desconocía sus nombres

pero esa desmesura vegetal

me fascinaba.

Nunca había visto algo así.



También había una pileta de natación

con el agua sucia, verde, espesa,

llena de sapos y culebras.

Tampoco supe porqué la tenían

en ese estado de abandono.

Sé que contemplar esa superficie turbia

me llevaba a un mundo irresistible, ominoso.



A la hora de comer servía la mesa una mucama.

Yo la recuerdo con uniforme, guantes y cofia.

Digo “yo la recuerdo” y hago esta aclaración

porque volví a mi casa

y conté historias fantásticas.



Una era la de los conejos, cientos de ellos,

a quienes el personal de servicio

sacaba a pasear cada tarde

llevándolos de una cadenita de plata

sujeta a un collar de brillantes.



Relaté con entusiasmo sucesos extraordinarios

ocurridos en ese campo de Henderson

y nadie puso en duda mi palabra.

Nunca me trataron de mentirosa.

Muy por el contrario, la familia entera

me pedía una y otra vez

mi cuento de las vacaciones.

Así empecé a escribir.



De “MANSILLA”, Ediciones en Danza, 2010


Graciela Cros, argentina

1 comentario:

  1. gracias catalina por este regalo de fin de año, muy hermoso! lo mejor mpara vos en el 2012!
    abrazo enorme
    graciela

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