"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 2 de junio de 2012

poemas de marina kohon



  •                                                 (Imagen de James Christensen)






                                                    A Julián y Andrés.

    Canto I
    I

    Llegaron para detener al silencio.
    Los pájaros congelaron sus alas.
    Hubo ausencia de aire y
    en mi vientre un tajo.
    De la carne se desprendieron dos luces,
    y un arroyo puro
    que manchó los salitrales.
    Eran dos las luces. Era la carne una.

    Yo pensé en las aguas del Nilo teñidas
    y en las siete profecías
    también en cuál era el pecado
    por el que un hijo puede hacerse río rojo.

    II

    Los días abandonaron la línea
    y se volvieron círculos
    los tres quedamos encerrados dentro
    Quisimos hundirnos en la arena
    igual que la espuma abandonada por la marea
    Quisimos hundirnos juntos en los nombres
    hasta que el abrazo de una luz mayor
    nos devolvió el llanto.

    III

    Permanecimos formando una tríada
    estrecha en el respiro,
    ellos prendidos de mi pecho
    alimentados con leche, marfil de luna
    sorprendidos al vernos
    en el reflejo del otro.

    Alrededor volaban toda clase de criaturas
    unas danzas incomprensibles, de rituales.
    Nos sosteníamos.

    IV

    Recuerdo cantar una canción
    un amuleto para que la sal no nos tragara
    La canción tenía una única palabra
    que yo les susurraba en los oídos.

    V

    Me aferré a los vaticinios que cayeron
    de los oros en la herencia. Los apreté fuerte
    y me salvé los ojos.
    Todo esto duró hasta que Dios
    sentenció la ausencia de pecado
    y nos devolvió a la vida.




    de los éxodos…



    Mis éxodos
    devastándome
    cómo sería prescindir
    de estos remolinos
    que me dejan mitad

    yeso
    mitad en sangreviva
    a veces
    me pregunto
    cómo sería
    vivir sin autodagas
    entre sedalgodón
    como muchas
    que no se dejan exodiar
    y la vida les pasa
    silbando bajito.






    de los Ocho Jinetes y los presagios blancos…


    Ocho jinetes bordearon luto
    alrededor de un blancor de luna
    bajo su reflejo, a tientas
    me desvestí de mí
    buscándote en las orillas de los velos

    mis pasos sabían que eras
    una sed de arena y piedra

    descreí de mis ojos
    y seguí buscando las letras de tu nombre.

    Por vos abrí mi aire
    hasta encontrarte en una grieta del silencio
    aturdido, amordazado en tus visiones

    como bruma
    te cubrí
    y vos bebiste de mí
    una, dos, tres veces con furor de lava

    Te consentí las notas extrañas
    para que resucitaras entre mis muslos
    de presagios en las noches.

    Soñamos, soñamos juntos en la belleza.

    Tomaste de mi vientre muchos hijos
    que se multiplicaron en el viento
    y yo dancé ciega en las opacidades de tu alma.

    Todo lo que vi era cierto.
    Todo era mentira.

    Hasta que los jinetes
    trazaron su círculo profético
    y mi pecho conoció tu filo.

    Me volví jirones en la luz de la imagen

    desquiciada me quité los metales
    uno a uno
    desoí tus ecos
    salté
    salté


    En la distancia
    aún escucho a las grietas gemir su sed.
    Todo lo que escucho es cierto.
    El silencio es la mentira.





    de Marina C Kohon, nacida en Mar del Plata, reside en Bahía Blanca, Pcía. de Bs. As.

4 comentarios:

  1. Tremendos poemas, gracias por compartirlos, voy a buscar más textos de esta poeta, que la verdad no la conocía, y me dejó con la boca abierta.

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  2. okis, cavernícola. un placer haber contribuido a tus búsquedas poéticas.

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  3. Muy buenos poemas los de Marina, al primero ya lo conocía.

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