El hombre avecindado por su estrella,
hombre en connivencia con su estrella antigua.
Hombre y jardín.
Siempre volviendo a lo mismo de esas flores, a una pared tocada por el sol de anochecer.
A lo mismo de espejo.
Al hombre ya no joven convocado por su estrella, perseguido por un gesto moribundo del jardín, hombre una vez más invitado a ocupar su órbita en el cielo de la casa.
Sin más nombrar que esa estrella.
poesía reunida, adriana hidalgo editora, 2008
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