"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.

sábado, 30 de julio de 2011

El Universo de Stephen Hawking EXTRATERRESTRES PARTE 3

El Universo de Stephen Hawking EXTRATERRESTRES PARTE 2

El Universo de Stephen Hawking EXTRATERRESTRES PARTE 1

el secreto de nuestro planeta cuidemoslo VER CON PANTALLA COMPLETA ...

a destiempo la nada: felix díaz

a destiempo la nada: felix díaz

a destiempo la nada: Lisandro Aristimuño - despertando a dodo

a destiempo la nada: Lisandro Aristimuño - despertando a dodo

Nosferatu 1979 (best scene)

Amy Winehouse 'Back To Black'

Amy Winehouse - Rehab

viernes, 29 de julio de 2011

nosferatu-herzog opening credits. (1979)

La noche de los bastones largos

Visión Siete: Jujuy: "Los Blaquier fueron partícipes del terrorismo de E...

Visión Siete: A 35 años de la "Noche del Apagón"

nenitas hermosas, un poema de irma elena marc




I


Acompáñame cuerpo, es nuestra tristeza,

hay habitantes encantadores en la tristeza,

Nenitas Hermosas que nos cautivan todas viento y

lamentos.

Hay dolor en mí, cuerpo,

hoy dueles como una lluvia de abandonos,

como la casa de mi infancia,

como el nombre fugitivo

y el amor triste.







II



Noches llenas de sueños, paseos hacia los rincones silenciosos del habla.

Depositas bajo la lengua tus palabras como pequeños ataúdes y te lanzas hacia

el espacio de luz. No sacas mucho de esos paseos mudos, sólo el ruido como de

vidrios rotos que te acompaña todo el día siguiente.








III



Esa agua interminable que me es dulce

como el sol de marzo

trae voces y Ella sueña un poco,

sueña que el agua invita al sol

al corazón de la tristeza.

Dentro del sueño, siempre más íntima,

se pregunta qué hacer con lo que canta el agua,

Nenitas Hermosas

con canastas llenas de limones amarillos

como pulpas del sol de marzo.

Siempre más íntima, más fascinante y lejana,

decís nombrándote con esa agua tan dulce

de sus canciones y la tristeza pareciera

perdida.



Irma Elena Marc
El Gigante-2007
Editorial Ruinas Circulares

miércoles, 27 de julio de 2011

consuelo fraga y sus reinas





QUÉ SACRIFICIOS SE TE IMPONEN COMO REINA


Dormir cual si no hubiera pena
en el mundo vivir como si no existiera
el sueño, pensar en vos como en el universo.

Dominar la furia
y en los andamios saberse amada.
Agradecida, dolida
no romperse.

Afuera la dicha como prima de provincias.
Aquí en la casa, las disciplina tonta
de mirarse al espejo con amor dedicado.

Mirar.
Sólo de ida y con el alma.
Rota la punta de la pluma intentar
que no escape el verso y lo lleve el aire.

Atender al poniente como una cala
desear la muerte santa
si la vida
es mala.




consuelo fraga

de "motos y reinas!, ediciones en danza, 2009

ACUíFERO GUARANÍ - LA RESERVA DE AGUA MAS GRANDE DEL MUNDO 2° parte

Pueblos originarios - 2 - GUARANIES II - Lo que es nuestro

martes, 26 de julio de 2011

minerva mirabal en la poesía de norma segades-manias


Minerva Mirabal
El 25 de noviembre de 1960, Minerva Mirabal, defensora del ideal de un gobierno democrático, muere destrozada a golpes antes de ser arrojada a un precipicio dentro del vehículo en el que viajaba junto a dos de sus hermanas. Tenía 34 años.
República Dominicana (La Cumbre)




Morir así,
de sangre estrangulada,
impulsada
a empellones
por sicarios que me conducen fuera del camino
para que no presencie el sacrificio de mis desventuradas compañeras
ni contemple sus crueles agonías.
Morir así,
de hueso machacado,
observando tus manos de verdugo consumar los rituales de la sombra,
ultimar mi esperanza en la espesura,
cumplir cada precepto de los odios con mazazos de furia desmedida.
Morir así,
de corazón marchito,
de desafiar las voces del tirano,
de promover lecturas que entretejan la pura resistencia de los sueños,
desvergonzadamente transeúnte de mis desvergonzadas rebeldías.
Morir así,
de libertad llameante,
cayendo a las entrañas del abismo en un vuelo de espanto amortajado,
culpable de atreverme a la defensa de tantos ideales prisioneros entre murallas de penitenciarías.
Morir así,
sintiendo que es inútil empecinar el llanto
o la plegaria
ante este ardor de brazos indefensos,
párpados tumefactos,
estertores,
gargantas taladradas por el vómito,
úlceras detonando en las mejillas.
Morir así,
sabiendo que es inútil,
en esta latitud del exterminio,
hallar otro refugio que el silencio
porque esta dignidad será estandarte
flameando en el lugar donde la infamia alza tu acantilada alevosía.
Minerva Mirabal,
ese es mi nombre.
Soy el rostro que rondará tus noches cuando las lunas del remordimiento desborden la orfandad de tus trincheras con la memoria de mis cicatrices.
Soy quien habitará tus pesadillas.




norma segades-manias
de su libro "en nombre de sus nombres"

Cuerno África. Denuncian el traslado de refugiados somalíes a un nuevo campo sin "servicios mínimos"#.Ti8yCSJFdB0.facebook#.Ti8yCSJFdB0.facebook

Cuerno África. Denuncian el traslado de refugiados somalíes a un nuevo campo sin "servicios mínimos"#.Ti8yCSJFdB0.facebook#.Ti8yCSJFdB0.facebook

El precio del oro. Diodora Hernández, baleada a quemarropa por no vender su terrenito a la minera Goldcorp - Ecoportal.net

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La lucha indígena que llegó a la ONU - Reclamo por el avance minero - Ecoportal.net

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domingo, 24 de julio de 2011

la denominada "conquista del desierto", como genocidio.

domingo 24 de julio de 2011


POLITICA

Durante la "Conquista del Desierto" del siglo XIX hubo apropiación de bebés


María Alicia Alvado
Entre los sucesos no contados de la llamada “Campaña del Desierto” y las consecuencias sufridas por las poblaciones originarias, está quizás uno de los trazos más oscuros de la historia de la consolidación de la Argentina como Estado-Nación.


Se trata de la separación de niños indígenas de sus padres, su reparto y apropiación y el cambio de identidad para ser incorporados como mano de obra forzada en las ciudades del país, según la investigación de Walter Delrio, historiador y antropólogo.

Delrio se dedica a develar éste y otros aspectos de lo que considera el “genocidio” contra los pueblos originarios ocasionado entre 1879 y 1895, quien es profesor universitario y co-director de la Red de Estudios Sobre Genocidio en la política indígena argentina.

Si bien admite que hay continuar investigando sobre la apropiación de menores indígenas tal como se dio a fines del siglo XIX y que la característica de esta práctica es muy diferente a la que ocurrió durante la última dictadura militar, “lo que podemos entender es que en ambos casos existe una apropiación de niños como consecuencia de una política de Estado”.

“Una política de Estado que involucra no sólo a instituciones sino a una sociedad civil que acompaña ese proceso”, afirmó a Télam tras participar del panel “Apropiación de menores en experiencias genocidas” en el marco de la IX Conferencia Bianual de la Asociación Internacional de Investigadores sobre genocidio organizada por la asociación y la Universidad de Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).

Delrio sostiene que, hasta hace muy poco, éste era un “no tema” para la historiografía argentina, por lo que los historiadores deben volver con nuevos ojos a las fuentes con las que se construyó la “memoria oficial” sobre el período, que aluden tangencialmente a este tema, tales como las crónicas salesianas, los artículos periodísticos y los registros públicos.

“En los documentos de la orden salesiana en la Patagonia o los franciscanos en Córdoba, lo que podemos encontrar son menciones al trabajo de evangelización, pero en el relato no está involucrado qué pasaba con el chico en su vida: con quiénes estaba viviendo, con quién empezaba a vivir, si sus nombres fueron respetados luego del bautismo o no. Era un no tema”, explicó.

Como para subsanar este silencio, la memoria oficial nos propone un ícono modélico en el que parecieran querer resumirse las historias de todos los niños indígenas en el incipiente Estado argentino: Ceferino Namuncurá.

“Es lo único que conocemos los argentinos como sociedad sobre qué pasó con los niños indígenas luego del sometimiento. Es la historia de un cacique que no sólo se bautiza, sino que se educa con los salesianos y tiene un camino hacia la santidad", sostuvo Delrio.

En ese aspecto añadió que "la historia así contada de Ceferino deja de contar la historia de miles y miles de niños, y estaría mostrando que hasta la misma población indígena reconoce la superioridad, la necesidad, la inevitabilidad del cambio que ha de operarse para pasar a ser un ciudadano argentino con otra lengua, otra cultura, otra religión”.

“Una historia puede ser el silencio de otras y cuando una historia es cada vez más la única historia, es cuando se está construyendo sobre el silencio de los otros”, reflexionó.

Junto a esta memoria oficial, hay una “memoria social” poco explorada que puede ser reconstruida y en la que Delrio focaliza su trabajo: la de las comunidades actuales que atesoran las “historias del retorno”, de los “niños perdidos” que lograron escaparse de los lugares de cautiverio y cuyos relatos fueron reproduciéndose de generación en generación.

Respecto a lo que ocurría con las poblaciones indígenas una vez que se rendían al ejército nacional, Delrio destaca que “eran concentrados en el campamento, se les quitaba su ganado y se consideraba que tanto a los animales como a las personas pasaban a ser propiedad de la tropa. Los tenían bajo vigilancia y luego los trasladaban a campos de concentración más grandes desde donde eran deportados como fuerza de trabajo a diferentes destinos”.

Entre los cautivos se contaban por igual hombres, mujeres y niños. “A los niños se los separaba de sus padres y se los entregaba a familias. Hay manuales en lengua pampa destinado a quienes tenían a su cargo indígenas y ahí se ve que el proyecto era convertirlos en mano de obra para distintos labores. El objetivo primario era que dejen de ser indígenas y por eso el borramiento de la identidad”, señaló a Télam.

El motivo de que la categoría “genocidio” al exterminio de los pueblos indígenas de fines del siglo XIX en la Argentina aún no haya alcanzado pleno consenso entre los investigadores, Delrio lo atribuye al “silencio sobre los eventos del pasado”.

“Ahora si lo analizamos en relación a cada uno de los elementos de la definición que establece la convención de la ONU, todos se cumplen en el caso de los pueblos originaros. No sólo es masacre sino la intención de acabar con un pueblo y la separación de niños en esto, tuvo un rol fundamental”, concluyó.

FUENTE: TELAM

Marchamos contra el SAQUEO

lunes, 18 de julio de 2011

jueves, 14 de julio de 2011

Aimé Painé (Se dice de mí)

Aimé Paine

aimé painé


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ENTREVISTA



Cristina Rafanelli: "El canto era su excusa para difundir la cultura mapuche"

En "Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche", la periodista y docente Cristina Rafanelli retrata a la cantante que nunca grabó un disco, pero que tiene una calle con su nombre en Puerto Madero y cuya imagen se encuentra en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada. Perfil de una luchadora y artista mapuche incansable.

POR GLORIA GUERRERO - BUENOS AIRES - 11 / 07 / 11



Cuando Aimé Painé murió, en 1987, tenía sólo 44 años. No llegó a conocer la bandera mapuche ni la Ley de Desarrollo Indígena 19.253, ambas instauradas recién en 1991. Nada supo de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2007) ni tampoco de las huelgas de hambre de los militantes mapuches chilenos a quienes les fue aplicada la ley antiterrorista, ni de cada uno de los dramáticos conflictos que la comunidad enfrenta particularmente desde los años ’90, cuando vio perdidas sus tierras... una vez más.

Tampoco imaginó Aimé que alguna vez habría una calle con su nombre –en un Puerto Madero igualmente inimaginable por entonces– ni mucho menos que su rostro iluminaría las paredes del Salón Mujeres Argentinas de la Casa de Gobierno a la par de los de Eva Perón, Juana Azurduy, Mariquita Sánchez de Thompson, Alfonsina Storni o Cecilia Grierson.

Painé, que nació el 23 de agosto de 1943 en Ingeniero Huergo, Río Negro, luchó más de la mitad de su corta vida por recuperar y promover la cultura de su pueblo, con una voz deliciosa que tanto cantó canciones como supo alzarse, desafiante, en foros internacionales y debates domésticos. Sin embargo, su nombre y su obra siguen siendo una rara incógnita para gran parte de los argentinos. Tal vez Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche (Biblos, 2011) ayude a acabar con esa ignorancia. Profundo trabajo de investigación de la periodista y docente Cristina Rafanelli –nacida porteña, radicada en Bariloche–, este libro le demandó a su autora casi veinte años de investigación en los que recogió testimonios y rastreó fuentes.

Luego de eso, Rafanelli –quien conoció a Painé a fines de 1979– precisó otros diez para conseguir una editorial que quisiera publicar su trabajo. “¡Pero si los mapuches no compran libros...!”, debió escuchar la autora alguna vez. “El valor de Aimé Painé –dice Rafanelli, de visita en Buenos Aires para la presentación– no sólo fue pararse frente a un micrófono y cantar. Ella dijo que su canto era una excusa: una excusa para difundir la cultura de su pueblo.”

–¿Cómo una artista que jamás grabó un disco y que murió joven, con casi nula difusión en la Capital, llegó a tener una repercusión –tardía, pero aun así enorme– que alcanza hasta la Casa de Gobierno?

–Una de las magias de Aimé Painé fue ser “la primera”. Cuando fue invitada a almorzar al programa de Mirtha Legrand, en plena dictadura, su presencia resultó un impacto: apareció vestida a la usanza de las mujeres antiguas de su comunidad, con toda la platería, y empezó a hablar y a contar... ¡y los teléfonos explotaron! Debemos entender el contexto histórico: además de la dictadura argentina, por entonces estaba también la chilena; los mapuches solían ocultar su raíz y no se asumían como tales, por miedo a la discriminación. ¡Y Aimé apareció a la mesa de Mirtha ataviada como una mapuche, exhibiendo lo maravillosa que era su cultura! Hizo camino, a machetazos.

No grabó nunca, es cierto, pero cantaba por todo el país, en todo lugar que la recibiera. Cada quien que la vio alguna vez la recuerda; a cada quien que la vio, le pegó, porque era absolutamente carismática, un ser especial. Ella no sólo pasaba la tradición: explicaba su cultura. Sus recitales, a medida de que ella iba investigando a las abuelas, terminaban siendo, casi, clases de antropología: “¿Por qué hacen esto las abuelas?”, proponía. Y entonces contaba alguna anécdota. Primero, traducía: “Este canto se hace a la salida del sol, significa lo siguiente...”, y después, recién entonces, cantaba.

–¿Quiénes son las abuelas?

–Ellas son una de las cosas más admirables del pueblo mapuche. Nosotros vivimos en una sociedad que margina, que mete en geriátricos a sus padres y trata mal a la gente grande, pero para el pueblo mapuche las abuelas son quienes llevan la sabiduría; la mapuche es una cultura oral, y son las abuelas las que la guardan en su memoria. También los abuelos, claro, pero mayormente las mujeres: después de la derrota que significó la Conquista del Desierto, fueron sólo ellas quienes pudieron recordar cómo vivía su pueblo y mantener vivos sus conocimientos. Por eso es tan importante toda la documentación de las abuelas, porque, si no, todo se pierde. Aimé decía: “¡Qué pasa, las abuelas se están muriendo!”. Y, sí, las abuelas se van muriendo, aunque por cierto son muy longevas; hay algunas que han vivido 120 años y guardaban una sabiduría increíble. Pude conocer a Rosa Cañicul, por ejemplo: su abuelo era machi. Por lo general las machis –las curanderas, las sabias– son mujeres. Los mapuches valoran el matriarcado y a la mujer; es más: los hijos solían llevar el apellido de sus madres, y no el de sus padres.

A Aimé Painé le pasó otra cosa. Su madre, hija de tehuelches, abandonó a su esposo mapuche y a toda su descendencia y Aimé, a los 3, fue separada de su comunidad porque su papá, solo y necesitado de trabajar, no podía hacerse cargo de tantos críos. Fue enviada, con cero conciencia de sus orígenes, a un orfanato-colegio de monjas en Mar del Plata, donde su voz privilegiada encontró muy pronto un lugar en el coro de canto gregoriano. Un día, el próspero abogado y autor teatral Héctor Llan de Rosos y su esposa, quienes buscaban adoptar, recorrieron con su mirada la filita de lindas niñas rubias y perfumadas que les habían expuesto. De pronto, el hombre escuchó, al fondo del pasillo, el canto de una nena. “¿De quién es esa voz?”, dijo. “Tráiganmela.”

Ella tenía 7 años y todavía era Olga Elisa; allí, el primer pliegue de la historia. “Fue una niña educada en lo mejor de lo mejor”, cuenta Rafanelli. “Una princesa, criada en el lujo. Y empezó a investigar, y empezó a leer...” Terminados sus estudios en Mar del Plata, Painé se mudó a Buenos Aires, sola; se recibió de experta en belleza y peinados, tejió y pintó, y cantó durante muchos años en el Coro Polifónico Nacional. Al final, se enteró. “Cuando muchos años más tarde escuché cantar a las abuelas mapuches –contó una vez Aimé–, ahí me di cuenta de por qué me había gustado tanto el canto gregoriano.”

“No es que cuando conoció lo mapuche, entonces le gustó el gregoriano que había cantado en su infancia en el orfanato: fue al revés”, cuenta Rafanelli. “Como si se tratara de la otra memoria de la que habla (el psicólogo Carl Gustav) Jung... Aimé conocía de memoria aquellos cantos gregorianos y muchísimo después, cuando escuchó a las abuelas, se dijo: ‘Claro, esta otra memoria, la memoria de mi casa, era la que me hizo disfrutar del canto gregoriano que cantaba cuando era niña...’.” Tuvo que volver para atrás. Empezar de nuevo. Y armar el rompecabezas.

–Quien imaginara en ella a una “ingenua indiecita” se tropezó con una mujer instruida y combativa que escaneó medio continente con su canto e investigaciones antropológicas, viajó a Ginebra para participar en sesiones de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y terminó dando entrevistas para la BBC de Londres.

–Tal cual: ninguna “indiecita”. Aimé era muy fuerte en sus convicciones, bajaba línea a cada rato. Defendía a muerte el camaruco, la ceremonia sagrada de los mapuches: no quería que participaran blancos ni que se utilizara turísticamente, y era muy dura al respecto. Otros –muchos– le decían: “¿Pero por qué no canta usted ‘Valderrama’?”; como trabajo, le habría sido mucho más fácil hacer otro tipo de folklore más allá del mapuche y, sin embargo, ella: “No, y no, y no”. Era así de testaruda. Cuando la invitaron a Europa, además, pudo reunirse con muchos de los exiliados de las dictaduras chilena y argentina. Pero siempre que hablaba acerca de los horrores de la Campaña del Desierto terminaba pidiendo que sus hermanos no pusieran el acento en el odio y el resentimiento; explicaba que la revolución, ahora, tenía que ser cultural: “El blanco no nos respeta porque no nos conoce”, decía. Y otra de las cosas muy valiosas que hizo –su obra quedó trunca por su muerte, pero creo que era el camino que se había trazado– fue recorrer todo el Norte.

Aimé había empezado a visitar a los tobas, a los guaraníes, a los wichis, y a contarles: “En el Sur están los mapuches, los tehuelches, los hermanos de ustedes, y esto es lo que hacen”. Les mostraba a los indígenas del Norte lo que hacían los indígenas en el Sur, pero a la vez se nutría de toda la cultura del Norte y, cuando regresaba al Sur, les mostraba a los mapuches lo que se hacía en el Norte. Creo que Aimé Painé habría terminado siendo una cantante étnica argentina, en el sentido más abarcador del término. Siempre decía que quería hermanar a todos los pueblos originarios; investigaba sus historias y era increíble cómo situaba geográficamente a cada pueblo, dónde estaban, qué hacían. Por eso es tan inmensamente valorada por los antropólogos. Creo que hoy Aimé, probablemente, estaría viajando a la Bolivia de Evo, a la Venezuela de Chávez o al Perú de Humala, y difundiendo en toda la América latina la cultura de los pueblos originarios argentinos.

En septiembre de 1987 Painé murió a causa de una hemorragia cerebral en Asunción, Paraguay, durante uno de aquellos viajes. “Yo no puedo trabajar con el detalle y la calma que me gustaría –había dicho–, porque las abuelas se mueren, simplemente. Y no hay muchos todavía que hagan lo que yo hago; y si yo me muero, ¿quién seguirá mi camino?”

–¿Quiénes siguen ese camino?

–Sin dudas, la actriz Luisa Calcumil; ambas se conocieron durante la filmación de Gerónima (Raúl Tosso, 1985), una película que ganó muchos premios. Luisa también canta, y sigue los pasos de Aimé. Otra gran artista es Beatriz Pichi Malen, y hay algunos cantantes más. Pero Aimé fue la primera.

“Ojalá las palabras pudieran expresar lo que Aimé emanaba”, escribió León Gieco en la contratapa del libro: “Belleza, seriedad, dulzura y convicción en la búsqueda de sus raíces”. Desafortunadamente, como ya se dijo, no hay discos de Aimé Painé. “No hay cómo escucharla”, confirma Rafanelli. “Existe un CD que hace un par de años editó la Legislatura de Río Negro, pero está juntando polvo en las bibliotecas. Deberían reeditarlo; quizás este libro sirva para que Aimé salga del olvido. Y valdrá la pena. ¿Sabe por qué todos la aman tanto? Porque de golpe toda una cultura, toda una raza que fue tan discriminada, tan vapuleada, tan maltratada, encontró a una persona que le habló de lo hermosos que son, y le devolvió su dignidad. ‘Ustedes tienen que sentirse orgullosos de su sangre mapuche’, les decía Aimé. Después de tantos años de: ‘¡Vos sos un indio de mierda!’, Aimé les dijo: ‘Vos sos hermoso. Vos valés’”.

Sobre la calle Aimé Painé, en Puerto Madero, hoy se ofrecen para la venta o alquiler departamentos chiquititos (177 metros cuadrados) y otros, claro, más amplios. Sobre la calle Aimé Painé, una gran variedad de restaurantes incluye uno cuyo chef, según su página web, “estudió cocina en Francia y da vida a sus recuerdos de infancia con recetas clásicas”. Es una linda calle, en serio.

“A mí me fastidia mucho escuchar que alguien dice que la cultura del mapuche es una cultura en extinción”, le explicó Aimé al narrador Leopoldo Brizuela. “Más allá de que sea cierto o no. ¡Qué rápidos somos a veces para decir que algo desapareció! Y qué lentos para preguntarnos por qué. La tristeza del pueblo mapuche, mi tristeza, es parte de mi identidad... y de la identidad del país. Porque el país lo formamos todos, ¿eh? Los ricos y los pobres, los blancos y los indios. Aunque los blancos ricos, en general, se lo olviden”.

Aimé por Aimé


“Yo no quiero hacer tanto hincapié en la matanza (la Campaña del Desierto) que fue obra de los militares y oligarcas de aquella época, como en la lucha del indígena americano por defender su dignidad, su cultura. Quiero hablar de su vida, que es su obra; y no de su muerte, que es obra de otros. Esos otros hablarán, responderán por su crimen”. “El hombre, si no despierta, si no vuelve la mirada a la tierra, se destruye”. “La gente me pregunta si no me siento presa en estos muros (en Buenos Aires), amando como amo el paisaje desolado de la Patagonia, donde nací. Les cuesta entender que, desde mi infancia en el internado, estoy acostumbrada a celdas como éstas”. “La historia de mi vida no es sino un largo camino trazado por el canto de mi gente”.

“Siempre preguntan: ¿qué podemos hacer por la cultura mapuche? Y es eso: promover a la persona. Ya que nuestros abuelos, nuestros hombres y mujeres, saben pensar. Cuando hay una cosa linda, tienen que decir quién fue, para que la gente sepa que es una mente mapuche la que habla”. “Muchas veces hablaron de nosotros, sin nosotros. Los aborígenes debemos aprender nuestra cultura para poder transmitirla, juntar lo propio para desparramarlo y que lo conozcan todos” (1).

“Durante mi visita a Formosa me han demostrado muchos hermanos indígenas que comienzan a tomar conciencia del grado de su explotación, de su marginamiento. Lo puedo comprobar, además, en las numerosas cartas que recibo de mis hermanos, que incluyen reflexiones después de los recitales. Como muestra puedo leer algo de mi hermano mataco Mario Ricardo Alvarez. La carta viene de Las Lomitas y dice, entre otras cosas: ‘Estoy estudiando la historia de nosotros, no quiero olvidar esta historia nuestra, porque nuestras historias son semejantes’. Mi hermano dice esto último porque cuando estuvo en un recital en Las Lomitas pudo ver, a través de diapositivas que yo llevé, la vida del pueblo mapuche. He podido comprobar cómo, en muchas oportunidades, la gente muy mayor lloraba al darse cuenta de que en otro lugar de la Argentina había quienes sufrían y padecían de manera semejante” (2).

* Todos las frases fueron tomadas del libro Aimé Painé, la voz del pueblo mapuche. (1) Diario Río Negro, 20 de julio de 1984. (2) Hechos y Noticias, 10 de julio de 1984.



* Gentileza www.pagina12.com.ar

FUENTE: www. azkintuwe.org

R. Schumann - (1/2) Märchenbilder, Op. 113 (Zukerman/Neikrug)

Griselda García: Concepción Bertone, Algo de Aldo y glótica mía

Griselda García: Concepción Bertone, Algo de Aldo y glótica mía: "Foto tomada de aquí Para Aldo Oliva Yo estuve ahí pero no vi las patas en la fuente -me dijo-. Pero ahí estuve. Fugaz se iba en la di..."

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Griselda García: Raúl Gómez Jattin, De lo que soy: "En este cuerpo en el cual la vida ya anochece vivo yo Vientre blando y cabeza calva Pocos dientes Y yo adentro como un condenado Estoy aden..."

Caetano Veloso - Michelangelo Antonioni

Traduzir-se - Fagner

Ferreira Gullar - Subversiva

Trechos de Clarice Lispector

Ferreira Gullar lê o poema que fez para Clarice Lispector !

martes, 12 de julio de 2011

Gérard Genette: Lenguaje poético, poética del lenguaje : Ignoria

Gérard Genette: Lenguaje poético, poética del lenguaje : Ignoria

poesía argentina

Literatura 12/07/11

Radiografía en verso libre

A 25 años del primer número de Diario de poesía, un recorrido histórico y estético de una publicación fundamental para la difusión del género. Hablan Samoilovich, Aguirre y Helder, entre otros.

POR Ezequiel Alemian


Nunca se ha desmentido que en julio de 1986, cuando apareció el primer número del Diario de poesía, en el escenario poético local convivían por un lado una corriente neorromántica, promulgada por la revista Ultimo Reino, y por el otro estaban los neobarrocos, con el acento puesto en el juego y en la densidad del lenguaje, en la idea de superficie. Daniel Samoilovich (1949), que había regresado de Europa, había percibido “demasiada satisfacción de esos poetas con lo que estaban haciendo, y con un lenguaje muy encerrado”.

Tanto él como sus primeros interlocutores, Daniel García Helder (1961), Martín Prieto (1961) y Ricardo Ibarlucía (1961), se sentían en otro momento poético. “Abrevábamos en fuentes menos entusiastas, que ponían el acento en la opacidad del lenguaje. Leíamos a Enrique Lihn, a W. H. Auden, escritores que arrastran el impulso poético, pero lo someten a una instancia de pasmo, de detención. Teníamos una vocación de generar un aire más favorable a eso que nos gustaba. Queríamos instalar temas y rediscutir la tradición”, dice Samoilovich.

Para vincular a la poesía con lectores no habituados y con otras áreas de la cultura, pensaron la idea de hacer una revista en formato tabloide que se vendiera en los quioscos. La Revista (de poesía), dirigida por Juan Carlos Martini Real, que había sacado un solo número, en 1984, y la italiana Afabeta, hecha por filósofos y poetas, fueron los modelos gráficos sobre los que se pensó la publicación. La forma distintiva se la dio Juan Pablo Renzi, director de arte del Diario... hasta su fallecimiento, en 1992, cuando fue reemplazado por Eduardo Stupía.

Samoilovich fue siempre el director del Diario...; en el primer número, el consejo de redacción estaba integrado por Jorge Fondebrider (1956), Daniel Freidemberg (1945), Diana Bellessi (1946), Helder, Prieto, y Elvio Gandolfo (1947). En el número 4 se incorpora Josefina Darriba (1960), en el 6, Mirta Rosenberg (1951), en el 9, Jorge Ricardo Aulicino (1949) y Ricardo Ibarlucía, (1961). Del 1 se tiraron 5 mil ejemplares, a los que luego se sumarían 2 mil más.

Poeta e investigador, Carlos Battilana señaló en un trabajo que “una de las novedades de Diario… fue el nuevo vínculo que estableció con el espacio público. El formato periodístico y la circulación relativamente masiva predispusieron la lectura en un sentido particular: la revista confrontaba con la idea de la poesía concebida en términos defensivos, o de repliegue”. Editadas como libro, las revistas Ultimo Reino, Xul y La danza del Ratón, fundadas durante los años de dictadura, imprimían cantidades sensiblemente menores y no tenían casi presencia en quioscos.

El esquema interno del Diario... incluía varias secciones: un reportaje, poesía argentina actual, un dossier destinado a un poeta, a la poesía de un país o a un tema, reseñas bibliográficas, agenda, columnas de opinión, traducciones de poesía. Salía tres veces al año. El material a publicarse se definía por “minoría apasionada”. Helder y Prieto eran quizás los que pugnaban por darle a la revista un cierto perfil “movimientista”, como punta de una poética, el objetivismo, que ellos empezarían a definir. Samoilovich y Fondebrider (secretario de redacción) exhibían una posición estética afín, aunque más negociadora. Bellessi, Ibarlucía, Rosenberg, Aulicino y Freidemberg se inclinaban por abrir la revista a poéticas diversas.

El dossier del n° 1 estuvo dedicado a Juan L. Ortiz. “No compartíamos la idea de que la poesía argentina no tenía padres. Así como los neobarrocos tenían a Osvaldo Lamborghini y Xul a Edgar Bayley, queríamos instalar a Juanele en el canon, con su mezcla tan particular de simbolismo, más cuestión social, más paisaje local. Saer funcionaba como un gran referente para varios integrantes del Diario...”, dice Samoilovich.

La revista rosarina El lagrimal Trifurca, que hasta 1976 había dirigido Francisco Gandolfo, promoviendo una poesía “coloquial, antipoética, narrativa e irónica”, fue el tema del segundo dossier. En del tercer número: Ezra Pound.

Freidemberg marca dos momentos “en los que empieza a notarse, aunque no de manera férrea, cierta orientación”. Una nota (“El neobarroco en la Argentina”, de marzo del 87), en la que Helder “se atrevía a cuestionar al neobarroco, y un duro comentario de Fondebrider contra Perlongher”. Helder escribía: “Todavía nos preocupa imaginar una poesía sin heroísmos del lenguaje, pero arriesgada en su tarea de lograr algún tipo de belleza mediante la precisión, lo breve –o bien lo necesariamente extenso, la fácil o difícil claridad, rasgos que de manera explícita o implícita censura el neobarroco”.

En el número 15, de 1990, Aulicino reseña Hule , de Perlongher. “Para quien lo considere desde el punto de vista de la busca del sentido, carece por completo de valor”, escribe. Un año después, volverá sobre el tema en: “Lo que ocurre ‘de veras’”, respuesta a una contra-reseña de Américo Cristófaro, publicada en Babel. Vinculando al neobarroco con la cátedra, Aulicino dirá que “el neobarroso es casi exclusivamente una forma de construir poder”.

La línea estética que fue dibujando el Diario... fue calificada, peyorativamente, de “coloquialista”. Desde adentro empieza a ser definida como “objetivista”. En el dossier dedicado a Joaquín Giannuzzi, Martín Prieto construirá una genealogía de este objetivismo, que hará pasar por Darío Cantón, incluirá a Alberto Girri y alcanzará su mejor expresión en Quince poemas (1988), escrito por Rafael Bielsa y Helder.

Para definir al objetivismo, en una entrevista de Osvaldo Aguirre (1964) para Punto de Vista (2003), Helder recurre a un artículo del poeta Eduardo D’Anna sobre la Nueva Poesía de Rosario. D’Anna apunta cinco características: ironía y distanciamiento, en oposición a la efusión poética; predominio del tono narrativo o argumental sobre el lírico; inclinación por lo antipoético en los temas y los referentes; lenguaje definitivamente coloquial; y predominio de los datos objetivos sobre los subjetivos.

En cualquier caso, si el objetivismo fue una estética dominante, no parece haber sido hegemónica ni haberse ido construyendo sino a través de intervenciones puntuales. La investigadora Ana Porrúa dice que “el Diario... no funcionó nunca como la revista de un grupo de poetas con una identidad única. El gesto fue siempre más amplio y si bien supuso el armado de un linaje propio (Raúl González Tuñón, Giannuzzi, César Fernández Moreno, e incluso Girri) éste no funcionó monolíticamente”. Y agrega: “El Diario... abrió zonas de la poesía argentina de una manera novedosa: relee a Lugones reseñando sus libros en relación con la literatura posterior. Los ‘60 nunca aparecen como tales en las lecturas, sino a partir de ciertos autores. Juana Bignozzi, Leónidas Lamborghini, Fernández Moreno y Giannuzzi. Pero no Gelman.” La poesía escrita por mujeres, dice Mirta Rosenberg, era imposible ignorarla. “Por insistencia de Diana Bellessi y mía, siempre se trataba de incluir mujeres en la sección de poesía argentina, un pedido que en general era atendido. En mi caso, procuré incorporar mujeres poetas en el sector de traducción.” El carácter formativo, vinculado a una difusión amplia de la poesía contemporánea, fue otro de sus rasgos sobresalientes. Dice Washington Cucurto: “Tuvo una importancia decisiva en mi formación como lector y como escritor. Creo que no hubiese escrito nada sin la inspiración hacia la lectura que me generó el Diario. Allí conocí a autores fundamentales como Antonio Cisneros, Gonzalo Millán, Bellessi, Perlongher, José Luis Cuevas. Los dossiers sobre la poesía de Perú o Brasil son motivo de relectura hasta el día de hoy. Ni qué decir de lo que escribían los de mi generación. Ahí leí por primera vez a Sergio Raimondi, Fabián Casas, Daniel Durand, y a ¡Rodolfo Edwards!, un prócer”.

Otra de las grandes apuestas del Diario... fue la difusión de la poesía joven. En la entrevista con Aguirre, Helder resalta que “en el mismo plano ideológico (que la revisión de la historia de la poesía argentina), el Diario... cumplió con la tarea de proyección que se impuso, promoviendo una nueva camada de poetas”.

La aparición de la revista 18 whiskies, de la editorial bahiense Vox, el auge del taller que coordinaban Arturo Carrera y Helder, son señales de un momento de “confluencia” de generaciones, a la cual el Diario… sirvió de difusión. Había una coincidencia objetiva de preferencias. “Pero así como el Diario… no nació como un órgano consolidado, tampoco fue un órgano de lo que luego se llamaría poesía de los 90”, dice Samoilovich. En la renovación generacional, la crítica ha diferenciado dos grupos. El primero, ligado a la revista 18 Whiskies, está integrado por José Villa, Durand, Casas, Laura Wittner, Eduardo Ainbinder, Edwards, Juan Desiderio y Rojo. El siguiente, marcado por la impronta objetivista, lo integrarían Alejandro Rubio, Martín Gambarotta, Selva Dipasquale, Fernando Molle, Walter Cassara, Verónica Viola Fisher.

La novedad que representaba los poetas jóvenes tuvo su momento de legitimación en los concursos hispanoamericanos que la revista organizó en 1994, 1996 y 2000. El Diario... había alcanzado un estado de madurez financiero, recuerda Samoilovich, y hacer un concurso parecía una forma de consolidar su repercusión, sin embarcarse en proyectos editoriales costosos. Gambarotta ganó el primero, Cucurto y Santiago Llach, en forma compartida, el segundo, y el chileno Germán Carrasco el último. Es el momento en que Helder y Prieto arriesgan la existencia de una “Poesía de los 90”, que tendía a identificarse, en grandes líneas, con las propuestas del “objetivismo”. Subraya Freidemberg que, simultáneamente, comenzó a haber un mayor reconocimiento del neobarroco, considerándolo parte de las raíces del “noventismo”.

La crisis económica provocó un sacudón económico en la revista. Si en los 90 Aulicino y Fondebrider habían dejado el Diario..., en 2001 se retira Prieto, y en 2002 se va Helder. En 2003 se inicia una etapa de transición y en 2006 se incorporan Matías Serra Bradford, Edgardo Dobry y Osvaldo Aguirre. El Diario... se estabiliza en dos números anuales; se mantiene la estructura de secciones y la traducción tiene mayor importancia. “El Diario... tuvo una intervención muy activa en la escena poética de los 90, y creo que la sigue teniendo, aunque de otra forma: no sólo cambió el Diario..., sino también la escena poética”, dice Aguirre.

La larga supervivencia de la revista parece demostrar lo acertado de la decisión original: no hacer del Diario... el órgano de un grupo, sino una publicación periodística. Porque cuando su dinámica más grupal se ha diluido, los que quedaron sosteniendo el Diario..., son los lectores que tienen un vínculo más relajado con la poesía, tal vez porque no se juegan espacios de poder ahí adentro. O, lo que es lo mismo: aquellos a quienes el Diario de poesía pretendía llegar en sus principios



FUENTE: REVISTA DE CULTURA Ñ

JUVENTUDES Y DERECHOS HUMANOS: ENLACE CONTINENTAL DE MUJERES INDIGENAS DE MUJERES...

JUVENTUDES Y DERECHOS HUMANOS: ENLACE CONTINENTAL DE MUJERES INDIGENAS DE MUJERES...: "Del 5 al 8 de marzo, Comunidad de Hueyapan, Morelos – México Las y los adolescentes y jóvenes de los diferentes pueblos indígenas de las A..."

lunes, 11 de julio de 2011

campos de concentración en la patagonia de 1880, genocidio de pueblos originarios


11-07-2011, 01:30| Regionales |
La Patagonia albergó campos de concentración indígena en 1880
Se instalaron en la época de la expansión de la frontera en Valcheta, Chichinales, Chimpay y Junín de los Andes. Recluían a familias enteras que eran usadas como mano de obra esclava

POR ROBERTO AGUIRRE

En el libro que rescata sus memorias, el colono galés John Daniel Evans cuenta sobre la existencia de un reformatorio indígena en la ciudad rionegrina de Valcheta, a principios de la década de 1880. Según el pionero chubutense, “la mayoría de los indios de la Patagonia” estaban confinados allí, “cercados por alambre tejido de gran altura”. También señala que entre los “prisioneros” reconoció un amigo, a quien no pudo rescatar por falta de dinero: la muerte fue su destino, como el de miles de habitantes originarios de estas tierras.
Este breve relato, dejado de lado por los escribas de la historia oficial, es apenas una muestra de los cientos de documentos de la época de la expansión en la frontera que demuestran la existencia de campos de concentración indígena en la Patagonia. El confinamiento se repitió, con diversas características, en centros ubicados en Valcheta, Chichinales, Chimpay y Junín de los Andes, entre otros puntos de la región.
El historiador de la Universidad de Río Negro, Walter Delrio, asegura que era un mecanismo habitual de la campaña. “Les quitaban los caballos y la hacienda y concentraban a familias enteras de indígenas en un punto. Podía se un campamento, un fortín o un lugar más grande. En el caso de Valcheta, por ejemplo, además del testimonio de Evans, hay escritos de los salesianos que revelan la existencia de personas recluidas. También figuran listados de la sociedad hispanocriolla de indígenas trasladadas desde y hacia estos lugares”, señala el investigador, coautor del libro “Historia de la Crueldad Argentina”.

Marchas
Delrio cree, a la luz de varios estudios, que más de 15 mil personas podrían haber pasado por estos centros. “En muchos casos eran lugares de paso. Se los confinaba y luego se los trasladaba por mar o por ferrocarril hacia Buenos Aires o hacia el norte, donde se convertían en mano de obra semiesclava” en los enclaves productivos del norte, explicó.
También detalló que existen muchos relatos de la época que hablan de campos de alambres tejido, o bien de centros abiertos. Estos testimonios orales fueron desestimados por la historiografía oficial, aunque aportan valiosos datos sobre los padecimientos de esa época. Los indígenas no tenían permiso para cazar, ni para tener animales. En muchos casos eran agrillados de noche.
“En los fortines se los utilizaba para hacer trabajos para el Ejército: edificaciones, arreo de animales, zanjas y canales, que luego los oficiales reivindicaban como trabajo propio”, indicó.

El imaginario de Auschwitz
“Cuando decimos campos de concentración no hay que pensar en Auschwitz”, explicó Delrio. “El concepto de genocidio no se aplica sólo a la desaparición física, sino a la desaparición de un pueblo, de sus costumbres. De allí que le hayan quitado los hijos a sus madres, para robarles la identidad, para borrarles sus orígenes”, detalló. Esta forma de discplinamiento encontró su punto de máxima eficacia en la Isla Martín García.
Más allá del sometimiento cultural, Delrio no descartó que hayan ocurrido masacres sistemáticas. “Los indígenas eran vistos como propiedad del Ejército. Se los sometía, se los expropiaba, se profanaban sus tumbas en busca de plata. Muchos recuerdan las largas marchas obligadas: quienes se quedaban atrás eran ejecutados”, describe el historiador

Junín de los Andes
En la provincia, la documentación recolectada por Delrio y otros historiadores habla de la existencia de un campo de concentración en Junín de los Andes. “Se originó en el fortín. Las memorias del lonko Pascual Coña, recogidas en mapundungun y traducidas al español por el misionero Ernesto Wilhem de Moesbach, habla de varios viajes desde Chile hacia Argentina para visitar a indígenas presos en la zona de Junín de los Andes. Es el año 1882 aunque puede que la fecha sea posterior. En toda el área cordillerana de Neuquén había fortines de campaña y lugares de control en los pasos. Cada uno de estos fortines tendrá población civil, pero también concentrarán población indígena”, detalló el historiador.
Hacia 1889, desde el gobierno central se buscó achicar los costos de la expansión de la frontera. A partir de ese año, comenzaron a desmontarse los campos de concentración y buena parte de la logística armada para la denominada Conquista del Desierto y el avance (a menudo olvidado) sobre las tierras del norte. Bien entrado el siglo XX continuará la campaña de eliminación de los pueblos originarios con las matanzas de Napalpí, en Chaco (1924) y La Bomba, en Formosa (1947). Parte de ese aparato represivo persiste hasta estos días, con una ingeniera discursiva que busca desacreditar la memoria y los derechos de los pueblos originarios. El ocultamiento deliberado de la existencia de campos de concentración, por ejemplo, obedece a esa estrategia.


FUENTE: www.lmneuquen.com.ar

jueves, 7 de julio de 2011

seol, de leónidas lamborghini...







lo mortal
lo que se oye.
—oíd: el ruido de lo roto en el trono de la identidad
en
lo dignísimo.
—oímos
respondemos: el ruido de lo sagrado de lo unido en
lo dignísimo de
la identidad que se rompe.
oímos lo abierto a lo mortal, la salud rota en
lo mortal: el grito.
—oíd lo roto. lo mortal en libertad. la libertad de lo mortal.
oíd: la libertad de lo roto. el grito.
el trono. el ruido de lo mortal en el trono de lo sagrado
del trono de la identidad.
el ruido de lo roto: la identidad. el trono.
—respondemos: oímos en el ruido el ruido. oímos en el ruido el
ruido. lo sagrado roto o
lo que se une. la identidad en el trono de lo dignísimo o
lo que se rompe en lo unido que se rompe y
abre.
las cadenas rotas de la identidad que se rompe y une. oímos
en lo mortal lo mortal que oímos. lo que se abre a lo mortal:
el grito.
—oíd lo que se oye
oíd lo que se oye.
—oímos el grito de lo mortal de
lo roto de las cadenas. oímos el ruido de lo mortal
en el trono. oímos en el ruido el ruido de lo roto de
las cadenas. de la identidad unida que se rompe y
une: —respondemos
respondemos.
—oíd lo que se oye: en el camino su oíd la salud rota
en el trono. en sus cadenas.
las cadenas de la libertad de lo mortal en el trono
en lo que está coronado o de gloria que se rompe o
une.
—oímos en el ruido el ruido. oímos en lo roto lo
roto coronado que
se rompe.
—oíd lo que se oye.
—oíd lo que se oye.
—oímos lo que se abre: respondemos. lo que está abierto
en el ruido. respondemos respondemos.
oímos en el ruido el ruido. el grito. el trono
de la identidad que se abre a lo mortal. el ruido de
lo mortal. el ruido en
libertad de las cadenas. el trono en la gloria de lo
dignísimo de la identidad de
lo sagrado de la identidad coronado o
que se rompe. o que se abre
en el camino su de. y se rompe o une y se une y rompe.
respondemos respondemos.
—oíd lo que se oye. oíd
lo que se oye.
—oímos la libertad de lo unido o su gloria o lo roto
que se rompe o une, el ruido de la identidad unida que
se abre rota. lo mortal.
oímos en el ruido el grito. el trono en la gloria de
la identidad unida o en lo mortal abierto
a
lo que se rompe. el grito
de la identidad en el trono
de lo unido en su gloria o
que se rompe y une en el grito.
en lo dignísimo de la identidad o
lo roto que
—oíd lo que se oye.
—oíd lo que se oye.
—oímos en el ruido el ruido. oímos
en el ruido el ruido. oímos. respondemos.



Leonidas Lamborghini



FUENTE: www.liceo1cuartosegunda.blogspot.com y LA BIBLIOTECA DE LEITES

¨anémonas" de clara vasco


Que los glaciares del olvido

me arrastren y me pierdan, despiadados.

J.L. Borges








guardo un secreto muy terrible

de esos que se llevan toda la vida

unidos al esqueleto

he cometido una falta grave:

no he sabido amar.

sólo las anémonas me comprenden

(ellas tienen simetría radial)

si las tocan en su centro

liberan dardos venenosos

en respuesta al contacto



mi secreto está a salvo en el suelo marino

agua helada y azul

redonda y radial



ahora lo veo

(antes estaba llena de excusas)

veo el agua helada y sus dedos azules

veo cómo todo se apaga y se enciende

allí en el fondo



llevo en el pecho

cerca del corazón

un collar de anémonas de fuego

para el viaje