"El pensamiento claro no nos basta, nos da un mundo usado hasta el agotamiento. Lo que es claro es lo que nos es inmediatamente accesible, pero lo inmediatamente accesible es la simple apariencia de la vida." antonin artaud.
jueves, 1 de abril de 2010
cuerpos, cuerpos
"... cuando pintaba sus cuadros era como si estuviera dibujando, pintando o escribiendo sobre su propia piel. De haber sido así, habría habido una doble sensibilidad, porque la superficie también sentiría lo que la mano trazaba sobre ella, y los nervios de ambas conducirían al mismo córtex cerebral. Cuando Frida pintaba un autorretrato con un pequeño retrato de Diego inscripto en la piel de su propia frente y en la de éste un ojo, seguramente estaba confesando, entre otras cosas, este sueño. En cuanto se transformó plenamente en la pintora Frida Kahlo, todas las imágenes creadas con sus pequeños pinceles, finos como pestañas, y con sus meticulosas pinceladas, aspiraban a la sensibilidad de su propia piel. Una sensibilidad agudizada por el deseo y exacerbada por el dolor.
Ese simbolismo corpóreo que utilizaba cuando pintaba corazones, úteros, glándulas mamarias, columnas vertebrales, a fin de expresar sus sentimientos y anhelos ontológicos, ha sido señalado y comentado en múltiples ocasiones.(...) Y su especial método pictórico tenía que ver con el sentido del tacto, con un doble sentido del tacto, el de la mano y el de la superficie, que actúa de piel.
Observemos su manera de pintar el pelo o el vello ya sea de los brazos de su mono o el suyo propio en el nacimiento del cabello en la frente, o en lsa mejillas. Cada marca dejada por el pincel parece crecer como el pelo en los poros de la piel. El gesto y la sustancia son inseparables. Las gotas de leche que manan de un pezón, las gotas de sangre que salen de una herida o las lágrimas que vierten los ojos en otros cuadros, tienen su misma identidad corpórea, es decir la gota de pintura no describe el fluido corporal, sino que parece ser su doble. En un cuadro denominado Columna rota, su cuerpo aparece asaeteado de clavos, y el espectador tiene la impresión de que ha ido tomando una a una las puntas que tenía agarrada entre los dientes y se la ha ido clavando con el martillo. Lo que hace únicas sus obras es su agudizado sentido del tacto.
(...) ¿Cómo puede ser que una pintora tan obsesionada con su propia imagen no llegue nunca a ser narcicista?
(...) Es necesario volver al dolor y a la perspectiva desde la que observaba Frida cuando sentía cierto alivio. La capacidad de sentir dolor es la primera condición de los seres sensibles. La sensibilidad de su cuerpo tullido la hacía consciente de la piel de todos los seres vivos: de la de los árboles, las frutas, el agua, los pájaros y, naturalmente, de la de los demás mujeres y hombres. Y así, al pintar su propia piel, habla de todo el mundo sensible.(...)"
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