lunes, 30 de diciembre de 2013

FELIX Y LA CAUSA (Nota publicada en el periódico digital Clorinda Noticias, 30/12/13, por gentileza de Ricardo Romano)

FELIX Y LA CAUSA. No es nada sencillo, en una sociedad donde se han naturalizado las injusticias sociales y raciales, encontrarse con la voz de aquellos que defienden sus derechos a vivir de manera digna y respetuosa dentro de su cultura, sobre todo si esa cultura, en líneas generales, ha sido despreciada o invisibliizada. Multiculturalismo es un término políticamente correcto. Muy diferente en cambio, es el intercambio de significados e interpretaciones sobre el mundo diversos, y por momentos antagónicos. Muy diferente a la palabra escrita (y muchas veces, muerta) es poner en práctica la devolución de tierras ancestrales a sus originarios, y cuidar el derecho a una lengua, a las prácticas familiares y sociales originarias, a ocupar espacios junto al blanco de manera igualitaria. Pero no seamos ingenuos, los intereses políticos, económicos y otros, se entrecruzan con la defensa o el ataque a los derechos humanos. En algún punto, o se está de un lado, o se está del otro, si no partimos del mismo plano de respeto y dignidad. Hay gente que necesita convertir en ‘enemigos” a los que no participan de modalidades clientelistas y/u oportunistas,, prácticas también naturalizadas, en algunos espacios. Y si alguien, proveniente del lugar más inesperado, de una comunidad originaria, hace algo más “terrible”, desafía al poder que siempre estuvo, y que necesita de ideas inamovibles como si se tratara de un añejo sistema feudal; y en donde la variable étnica siga enlazada a esa dicotomía cruel de pobreza y riqueza, recreada por la negación al acceso de una variedad de recursos para la supervivencia; si se osa decir con orgullo que se es originario, y pide junto y para su comunidad aquello tan valioso, el hábitat en el cual vivir, sin interferencias de los poderes con los que no colaboró en su construcción, se verá enfrentado a todo tipo de ofensivas. Al entramado legal en el cual se dirimen los conflictos de particulares y comunidades, lo ha creado el blanco, con una complejidad que puede poner en serias desventajas a los originarios y originarias. El mundo se torna oscuro y hasta violento, porque sus significados y simbologías han sido trastocados para muchos. Por eso, atacar la causa originaria, y a uno de sus exponentes, Felix Díaz, es matar el espacio social y político que él representa, junto a otros. Es matar aquellos significados profundos de los que muchos no quieren siquiera escuchar, porque implica poner en tela de juicio, violencias que nuestra sociedad produjo, a través de siglos, basada en ideas discriminadoras. Algunos quieren matar un símbolo, el de la justicia originaria, de una vez, y por fin. No lo lograrán, la causa está en marcha, y más vital que nunca. CATALINA BOCCARDO

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